Capitulo 15
PAULA
Oigo golpes en mi puerta
y maldigo a quien los esté dando. Tengo mucho sueño. En días como este me digo
que no volveré a salir, aunque al final siempre lo hago.
-
Quien sea que
golpee la puerta que me deje en paz, tengo sueño. –
-
Hija… - es mi
madre – es la hora de comer, no has desayunado y seguro que no has comido nada
desde la cena. Vamos cariño, ven a comer y luego sigues descansando. –
-
Vale mama – tiene
razón, mi estómago ruge, sobre todo porque me encanta la comida de mi madre. –
ahora bajo a comer. –
Me levanto de la
cama y cuando entro al baño, lo primero que hago es mirarme al espejo, porque
el reflejo que veo no soy yo ¿o sí? Parezco un zombi, ayer no me quite el
maquillaje al regresar y tengo los ojos negros como un panda.
Me lavo la cara y
me aseo un poco, pero no me quito el pijama y bajo así. Solo comemos los
cuatro, mi abu, Nando, mi madre y yo, así que da igual cómo vaya vestida.
-
¡Buenos días! O
tardes ya. – digo nada más entrar.
-
¡Buenas tardes
hermanita! Parece que ayer te lo pasaste muy bien, has dormido mucho. –
Fernando tiene la cara muy fresca, como si no hubiera salido de fiesta y
hubiera dormido toda la noche.
-
¡Buenas tardes
cariño! ¿Te lo pasaste bien anoche? No tienes buena cara. – pregunta mi abuela.
Se ha vuelto una cotilla desde que está en el centro.
-
Muy bien abuela,
fue una noche fantástica. – no quiero especificar más, ya que ayer cuando regresé
a la disco no les conté nada de lo que hice o donde estuve a Gonzalo y mi
hermano.
Me siento en mi sitio y
empezamos a comer en silencio y así pasamos casi toda la comida hasta que mi
madre pregunta.
-
¿Cuándo os vais? –
-
Mañana por la
mañana Carmela, comeré allí en Murcia, que por la tarde tengo un cliente
particular que quiere entrenarse para hacer un triatlón. – dice Nando.
-
Yo me voy también
por la mañana mama, ya sabes que mi tren sale a las tres de la tarde, así que
comeré por el camino. –
-
Está bien chicos,
y esta tarde ¿haréis algo? – dice mi madre mientras recoge los platos, sé que
debería ayudarla, pero a veces gusta que alguien te haga las cosas.
-
No se mama,
dijimos de tomar un café con Gonzalo, para despedirnos. Aunque Gonza se va el
domingo, nosotros mañana. –
-
Pues mañana antes
de iros recibiréis vuestro regalito de reyes, aunque no podéis abrirlo hasta el
día 6 ¿de acuerdo? –
-
Vale Carmela, pero
no hacía falta que nos dieras nada. –
-
Pero si no es
ninguna molestia hombre, es solo un detalle para que lo abráis juntos, porque
te vas a Madrid para el día de reyes ¿no Fernando? –
-
Si Carmela. El día
4 cojo un tren a Madrid y regresare el día 8 a Murcia. Cuidare a la pequeña
Paula y la llevare a ver la cabalgata, ¡ja ja ja! – se ríe Nando.
-
Que graciosillo
nos ha salido el niño. Más bien te llevare yo a ti, que yo vivo allí y me
conozco todo. – le contesto sacándole la lengua como los niños pequeños.
Al terminar de comer,
subo a mi habitación, me doy una ducha y me pongo algo decente, pero sin arreglarme
mucho, unos vaqueros ajustados, mis botas de cuña marrones, una camisa y un
jersey.
Me suena un toque al
móvil y es Gonzalo que está esperando puntual en el coche. Pasamos una tarde
muy buena los tres y al dejarnos en casa, yo solo le di dos besos a Gonzalo y
quedamos en que ya hablaríamos.
A la mañana
siguiente me sonó el despertador y ¡¡madre mía del amor hermoso!! Como me
cuesta volver a la rutina y levantarme tan temprano, pero tengo que terminar de
recoger mis cosas y despedirme de mi hermano, mi madre y mi abuela.
Mi madre nos da un
paquetito a cada uno antes de irse Nando.
-
Nos vemos en
Madrid hermano. –
-
Si chiquitina, te
aviso cuando vaya a coger el tren. –
Mi madre y mi abuela me
acompañan a la parada de autobuses y esperan conmigo hasta que llegue el bus
que me llevara a la estación de tren.
-
Adiós abuela,
sigue con tus juegos de cartas y tus actividades y ejercicios, pareces más
joven. –
-
Adiós cariño. Come
bien y ten cuidado. Y búscate un buen mozo de una vez por todas que “se te
pasara el arroz”. –
-
Adiós mama, te
llamo cuando llegue a Madrid. Cuidaros mucho. Os quiero. –
-
Yo también te
quiero hija. Cuídate y llama más a menudo. –
Le vuelvo a dar
dos besos a cada una y un gran abrazo y subo al autobús.
Llego a Madrid por
la noche y un taxi me lleva a mi casa. No he hecho nada en el viaje, pero estoy
agotada.
Al día siguiente
quedo con Lucia para comer, su hermano y su sobrina aún están aquí, pero irán
al centro comercial a comprar. Me estoy arreglando en casa cuando escucho que
me llega un e-mail. Tengo que leerlos siempre, porque muchos son del
laboratorio informando sobre un cambio de horario, documentos que hay que
llevar, etc.
Pero no es del
trabajo, es de Carlos que me felicita el año nuevo.
“¡Hola Paula! ¡Feliz año nuevo! ¿Qué tal llevas las
vacaciones? Espero que ya estés de vuelta en Madrid, me gustaría verte antes que
empiece el trabajo. Pero si aún ni has vuelto, no pasa nada, disfruta de tu
familia. Besos. Carlos.”
Decido contestarle
en otro momento y terminar de arreglarme, porque no me gusta llegar tarde a los
sitios.
Estoy en la puerta
del restaurante donde hemos quedado y veo llegar a Lucia reluciente y con esa
elegancia que la caracteriza. Todo el mundo a su alrededor se la queda mirando,
desde que la conozco siempre ha sido así, ella eclipsa todas las miradas.
-
¡¡¡Hola Paulaaa!!!
¿Cómo estás? – llega hasta mí y me da un abrazo de oso y dos besos muy sonoros.
– Te he echado de menos, aunque no he parado ni un segundo. –
-
¡Hola guapísima!
Yo también te he echado de menos, pero me ha sentado de maravilla el descanso.
–
-
Tienes que
contarme todo todo ¡madre mía! Ese Gonzalo está muy bueno ¿y cómo es en la
cama? Si no lo quieres para ti, dame su número, preséntamelo, que yo si lo
quiero. ¿Te encontraste con el chico misterioso? ¿y cómo fue eso? ¿no te dijo
su nombre? –
-
Para el carro
chica, poco a poco ¿no? Mejor primero entramos y te voy contando. Tú también
tienes que contarme que tal con Javi. –
El metre nos lleva a
nuestra mesa y en seguida llega el camarero con la carta. Lucia pide un vino
blanco y yo esta vez me pido agua, esta mañana me he despertado con el estómago
algo revuelto, supongo que de tanto comer encasa de mi madre estos días.
Lucia se pide para
comer un secreto a la brasa con salsa Pedro Ximenez y yo dorada a las finas
hierbas a la plancha, algo ligerito, no quiero ponerme mala antes de empezar a
trabajar de nuevo. Nos pedimos también una ensalada de la casa a medias.
Le voy contando
todo a Lucia, aunque ya le resumí varias cosas en mensajes, quiere saber la
historia completa como buena cotilla que es.
Ella me cuenta que
salió de fiesta una noche con Javier y Luis y luego se vieron también en
nochevieja en Sol. Dice que solo se dieron un par de besos, pero que Javi le
dejo bien claro que no quería nada serio con ella. Está un poco decepcionada
pero nunca pierde la sonrisa. Le cuento que mañana viene mi hermano y que
podemos ver la cabalgata juntos. Ya me ha dicho en varias ocasiones que mi
hermano es muy guapo y que tiene muchas ganas de conocerlo.
-
Después nos vamos
de compras Paula, con todo el lio de mi sobrina no he podido comprarle nada
para reyes. – me dice Lucia al terminar de comer.
-
Vale, pero primero
vayamos a tomar un café, o en mi caso una infusión. –
-
No tienes remedio,
si es que la comida de tu madre Paula está muy buena. Lo poco que he probado de
la que has traído estaba de lujo. – eso es verdad, mi madre antes me daba
tuppers con comida para traerme a Madrid, pero cuando comprendió que comía
bastante bien en el restaurante del laboratorio, dejo de dármelos. – No me
extraña que hayas pillado una triponera. –
Después de tomarnos el café
y de hablar de trivialidades, nos vamos de compras por el centro de Madrid.
Lucia ha entrado al probador con tres conjuntos de ropa, tardara un rato en
salir, así que decido contestarle a Carlos el e-mail.
“¡Hola Carlos! Ayer llegue a Madrid, he pasado unos
días estupendos con mi familia y el descanso me ha sentado bien. Me gustaría
verte, pero tendrá que ser después del día de reyes, porque mañana viene mi
hermano a pasar unos días. Además, así puedo darte tu regalito de reyes, ¿te
acuerdas cuando éramos pequeños? Siempre había un regalito para cada uno en la
casa del otro. Espero que pasaras una buena navidad. Besos. Paula.”
Voy a aprovechar esta
tarde y le buscare el regalo a mi hermano, y también el de Carlos.