Capítulo 14
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¡Hola gatita! No
esperaba encontrarte aquí, pero parece que el destino ha querido que estemos
juntos de nuevo ¿bailas conmigo? –
Me giro sobre mis talones
y lo veo, esa voz, esa colonia, esa sensación de ser observada, pero… ¿Qué hace
aquí?
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¿Es que me estas
siguiendo? Que eres ¿un acosador? – le digo después de salir del shock, cuando
“ojitos verdes” me cierra la boca suavemente con un dedo, ya que debí dejarla
abierta de la impresión.
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¿No te alegras de
verme preciosa? Creía que entre tú y yo había algún tipo de conexión… ¿Podemos
hablar donde no hay tanto ruido? – me susurra en el oído.
-
Vamos a la
terraza, pero donde haya gente, no quiero estar a solas contigo, no me fio de
ti. Voy a avisar a mis amigos. – les digo a Gonzalo y Nando que ahora vuelvo,
que voy a tomar un poco el aire.
Nos dirigimos a la
terraza, yendo yo delante de él y de repente siento una electricidad recorrer
mi cuerpo y mi mano siendo agarrada por la de él. Aunque me siento desconfiada
con él, no suelto su agarre porque es algo que me agrada. No sé por qué siento
una conexión especial con él.
-
¿Me estas
siguiendo? ¿Cómo conseguiste mi número de teléfono? – le digo, ahora si
soltándome de su agarre.
-
Tranquila gatita.
No, no te estoy siguiendo, hemos coincidido en esta fiesta y me alegro mucho,
porque tenía muchas ganas de verte. Y lo del teléfono, me lo dio tu amigo, ese
con el que bailabas la otra noche. – no le creo mucho, Luis no sería capaz de
darle mi número a un desconocido, pero es una buena respuesta.
-
¿Cómo sabias que venía
a Almería? Me lo escribiste en un mensaje. Por cierto ¿Cuál es tu nombre? –
-
Paula, tengo mis
contactos, por cierto, tu nombre también me lo dijo tu amigo. Y mi nombre…es
mejor que no lo sepas aun… -
-
¿Tan feo es que no
me lo quieres decir? – me rio de él un poco. – Bueno, te seguiré llamando por
el mote que te he puesto “ojitos verdes”. –
-
Me gusta ese
apodo. Oye…una cosa Paula, la última vez que nos encontramos, fui un poco
brusco, me largue rápido y sin despedirme, lo siento. No quiero que pienses que
soy un aprovechado. –
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Está bien, no pasa
nada. Pasamos un buen rato y punto. No somos ni pareja ni novios, así que no
tienes por qué darme explicaciones… ¿Cómo te haces esas marcas? ¿O es que son
tatuajes? –
-
Esto…es una larga
historia… - siento que me agarra alguien desde atrás por la cintura.
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¿Estás bien Paula?
¿Te está molestando este tío? – Gonzalo me agarra y siento sus celos a pesar
que sabe que no somos nada.
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Estoy bien Gonza,
solo estamos hablando, tranquilo. –
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¿Y tú quién eres?
– uy, uy, uy…y ahora “ojitos”, aquí hay guerra de testosterona.
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Soy Gonzalo, el
acompañante de Paula esta noche. –
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Bueno, a ver,
Gonzalo es un amigo, solo eso, con quien me lo estoy pasando bien estos días. Y
“ojitos verdes” es solo un chico con el que me enrolle una vez. - digo para
aclarar las cosas.
-
¿”Ojitos verdes”?
Que nombre es ese, ja ja ja. ¿Ni siquiera te dice su nombre real? – se ríe
Gonzalo.
-
Una vez no, Paula,
tres veces con la noche de tu cumpleaños. Y me duele que no te acuerdes. – dice
“ojitos verdes” y veo decepción en su cara.
-
¿Nos vamos a
bailar Paula? – me pregunta Gonzalo agarrándome de la mano y tirando de mí.
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Ahora no Gonza,
quiero aclarar algunas cosas con él. –
-
Bueno, pero si me
necesitas, me avisas. – se acerca peligrosamente a mí y me deja un beso en los
labios.
Gonzalo se va y me acerco
a mi desconocido, que ha decidido alejarse un poco.
-
Oye, explícame un
poco eso de las tres veces, porque, en serio que no me acuerdo, dame alguna
pista, por favor… -
-
¿En serio que no
me recuerdas? No creo que hayamos cambiado tanto… “Fiesta fin de secundaria”,
pasamos parte de la noche juntos. “Fiesta primavera y carnaval en bachillerato”,
también pasamos gran parte de la noche juntos. Pero puedes volver con tu “amigo” – hace comillas remarcando la
palabra. – Creo que has dejado bien clarito con quien te estabas divirtiendo y
con quien quieres estar ¿no? – me dice y se va hacia dentro, desapareciendo
entre la multitud.
Me quedo estática y
pensativa un rato, me ha dicho cosas que no las recordaba ¿Por qué? Y es
verdad, en esas dos fiestas estuve con un muchacho, con marcas parecidas, no
tantas como ahora ¿es posible que fuera él? Pero si es así…ha cambiado mucho,
por eso no lo reconocía ni me acordaba. Y si todo es verdad… ¡Ay mi madre! ¡Él
fue mi primera vez! Con él perdí mi virginidad… nunca pensé que lo encontraría de
nuevo.
Salgo de mis
pensamientos y vuelvo a la realidad. Entro corriendo para buscarlo, pero hay
tantas personas y todas con antifaz que me es difícil encontrarlo. Solo consigo
ver a Fernando, que está muy acaramelado con una chica, así que no lo
molestare.
Sigo buscando y de
pronto alguien me tapa los ojos y tengo la esperanza que sea él.
-
¿Quién soy? – me susurra.
Por la voz ya sé que es Gonzalo y siento un poco de decepción, pero me quito
las manos de los ojos y me giro para verle de frente. Él levanta mi antifaz y
antes de darme cuenta, me besa. De la impresión le sigo el beso, hasta que
siento un escalofrío recorrer mi espalda y me separo de Gonzalo.
CARLOS:
Me voy corriendo hacia
dentro, ahora mismo no puedo estar cerca de Paula, me ha decepcionado bastante
que no se acuerde de mí. Sé que la otra noche no se acordaba, parecía que era
la primera vez que me veía, pero supongo que era por el tiempo que había pasado
desde la última vez, pero ya ha tenido tiempo de recordarlo, un poco hemos
cambiado, pero creo que mis marcas son únicas.
Y además esta ese tío,
insinuando que se estaban acostando juntos, bueno, lo ha dicho claramente y he
sentido tanta rabia que casi le pego un puñetazo. Cuando la ha besado, eso ya
no lo he soportado, Paula es mía, será mía.
Me quedo en una
zona un poco apartada, pero desde donde controlo casi toda la pista y veo a uno
de sus acompañantes muy a gusto con una chica.
Paula aparece en
mi línea de visión, entrando rápido en la pista y parece que está buscando a
alguien, seguro que a su amigo. Ese tío otra vez, no me acuerdo ni como se
llama y ya lo odio. No puede ser, la está besando de nuevo, esto es insoportable,
no es la noche que yo esperaba.
Aprieto tan fuerte
mi mano que el vaso que tenia se rompe en mil pedazos. Por fin Paula se separa
de él y veo que se dirige a los aseos. Creo que es mi hora de actuar y cambiar
esta mierda de noche.
Me acerco a paso
ligero hasta la puerta, pero Paula no está por ningún sitio, debe estar dentro,
así que la esperare fuera. Se abre la puerta y no es ella. Una segunda vez y
tampoco es ella. Se abre la puerta una tercera vez y ahí está, que al verme se
queda sorprendida.
-
¿Aun estas aquí? Pensé
que te habías ido, no te he encontrado en la pista. – me dice.
-
¿Me buscabas? Pero
si estabas besándote con ese tío, “tu novio”
… - mi voz suena a enfado, pero no puedo controlarlo cuando pienso en eso.
-
Ese tío NO es mi
novio, es solo un amigo y mi ex de secundaria. No sé por qué te tengo que dar
explicaciones – yo tampoco sé porque me da tanta información, supongo que por
mi tono de voz y me enfado. – Yo te buscaba a ti, quería aclarar lo de antes. –
-
No hay nada que
aclarar Paula, por lo menos por mi parte, yo lo tengo todo clarito y me acuerdo
perfectamente de todo. – le digo sin mostrar ningún tipo de interés. – Pero
adelante, habla y aclara lo que quieras si así te sientes mejor. – al estar en
la zona de baños, no hay tanto ruido y podemos hablar.
-
Pues…no sé cómo
empezar…yo…he recordado… me has engañado, si estuviste en la fiesta de
secundaria, Luis no te dijo mi nombre, tú ya sabias como me llamaba. Cuando
bailamos en Madrid, tú ya sabias quien era yo… - se queda pensativa.
-
¿Y eso lo has
deducido tu solita? Eres muy lista para haber sacado esas conclusiones en tan
poco tiempo. – soy un poco borde con ella, lo sé, pero sigo un poco dolido y a
la defensiva, no sé por qué, no puedo controlarme. – Puede que te haya dicho
alguna mentirijilla, pero tú no te acordabas de mí. ¿Tienes que decir algo más?
–
-
Tu…fuiste mi
primera vez… - lo dice tan bajito que me cuesta oírla – y aun no se tu nombre
real. No recuerdo si me lo dijiste en aquella fiesta. –
-
Todo a su tiempo
Paula, ya recordaras. – no puedo verla tan triste, así que me acerco a ella y
la abrazo mientras le susurro eso último.
No puedo creer lo que ha
dicho, sé que éramos jóvenes. Yo fui su primera vez, pero lo más gracioso es
que ella también fue la mía. Después de 4 años sin vernos, en aquella fiesta,
no pude contenerme, nos escondimos en una clase mientras los demás estaban en
el gimnasio. Ella no me paro los pies y acabamos haciendo el amor en el suelo
de la clase. Para ese entonces yo ya vivía en Madrid, pero me escape de casa, cogí
un autobús, llegue al instituto de Paula y como aún estaba abierto por la preparación
de la fiesta, decidí esconderme dentro. Pase casi toda la noche con ella y casi
al amanecer me fui a la estación de autobuses y regrese a casa. Me lleve un
buen castigo por parte de mis padres, pero si pudiera volver a atrás, lo haría de
nuevo.
Abrazo a Paula un poco más
fuerte, ya que tiene la mirada perdida y los ojos anegados en lágrimas y le voy
dejando pequeños besos por el cuello, subiendo a la barbilla y acabando en su
boca. El beso empieza suave, lento, como si nuestras bocas y labios se
conocieran por primera vez. Paula sube sus manos a mi cuello y yo la agarro por
la cintura y la acerco más a mí, haciendo desaparecer el poco espacio que
quedaba entre nosotros. El beso coge intensidad y mis manos empiezan a recorrer
su cuerpo. Ella no se corta y también recorre el mío.
-
Estoy hospedado en
el hotel de aquí al lado ¿Quieres que vayamos? Estaremos más cómodos que aquí delante
de la gente. – le susurro cuando ya no aguanto más.
-
Está bien, pero
debo volver con mis amigos después – me dice Paula con la respiración entrecortada
por la falta de aire y me alegro que me diga eso, no tendré que poner excusas –
se estarán preguntando donde estoy. –
-
No te preocupes,
yo después te acompaño. – le agarro de la mano y nos dirigimos a la salida.
El hotel esta
justo a una manzana de la disco, así que vamos andando, no puedo dejar que vea
mi coche, lo reconocería.
Llegamos a la
entrada y pasamos de largo la recepción, la tarjeta de la habitación la llevo
en el bolsillo del pantalón. Nos metemos en el ascensor, y en cuanto se cierran
las puertas me lanzo a su boca. Nos besamos como si el mundo se acabara esta
noche. Creo que los dos nos echábamos de menos en este sentido, o por lo menos
yo si la echaba de menos, me encantan sus besos. Nuestro beso se vuelve más
apasionado.
Entramos a la habitación
y esta vez quiero ser delicado con Paula y hacer bien las cosas. La llevo al
dormitorio y una vez allí le bajo la cremallera del vestido muy lentamente,
dejando pequeños besos en su hombro y cuello. Una vez cae al suelo, ella
empieza a desabrochar los botones de mi camisa y dejando suaves besos por mi
pecho. Cuando me deshago de los pantalones y los zapatos, la tumbo despacio en
la cama y sin dejar de besarla me echo encima de ella. Le quito el sujetador y
me deleito besando sus pechos hasta que sus pezones se ponen duros. Bajo mi
mano por su abdomen y la meto dentro de sus braguitas para notar que ya está húmeda
y preparada para mí. Me quito mis calzoncillos y me deshago de sus braguitas y
me coloco un preservativo. Me tumbo encima de ella con cuidado de no dañarla apoyándome
en mis codos y veo lujuria en su mirada. La beso en los labios mientras
comienzo a penetrarla despacito, quiero sentirlo todo, la última vez fue tan rápido
por el deseo que teníamos que no lo disfrute como quise.
Las primeras
embestidas son suaves, lentas y en ningún momento dejo de besarla. Voy subiendo
el ritmo y me encanta oírla jadear de deseo. Sigo embistiendo al mismo ritmo,
hasta que noto que no puedo más y que Paula está llegando al clímax, así que
aprieto un poco más la velocidad y llegamos los dos juntos al orgasmo.
Salgo de ella, me
quito el preservativo y me tumbo a su lado. Nos besamos con pasión. Paula se
separa de golpe de mí.
-
Me tengo que ir. –
dice levantándose. – Me gustaría poder quedarme más rato, pero seguro que mi
hermano y mi amigo me están buscando. –
-
¿Hermano? – le pregunto
extrañado, que yo sepa nunca tuvo un hermano.
-
Sí, es una larga
historia. Espero que algún día me digas tu nombre “ojitos verdes” y nos
encontremos en otras condiciones. – me encanta que me llame por ese apodo. –
Voy a darme una pequeña y rápida ducha, si no te importa y ya me voy. –
-
Tranquila, sin
problema. Yo recogeré un poco este desastre y te acompañare a la disco. – son las
cinco de la mañana, dentro de un par de horas amanecerá y no quiero que me vea.
Cuando sale del baño ya
vestida, volvemos andando a la disco y en la puerta me despido de ella con un
beso en los labios.
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