Capítulo 30
CARLOS:
Salgo del baño y me
encuentro a Paula tirada en el suelo retorciéndose de dolor.
- - ¿Estás bien Paula?
¿Qué te duele? Háblame por favor, me estas asustando… -
- - Me…quema…la…barriga…
- le cuesta hablar.
- - ¿Te quema? Pero
como te va a quemar… voy a llamar al médico, no te muevas, voy a por mí móvil.
– salgo corriendo de la habitación hacia el comedor que es donde he dejado mis
cosas. Cojo mi móvil y marco el número de Mario.
- - Buenas Carlos
¿ocurre algo? –
- - Buenas noches
Mario. Es Paula, he salido del baño y la he encontrado tirada en el suelo, dice
que le quema la barriga. No sé qué hacer, se retuerce de dolor y apenas puede
hablar. –
- - ¿Le has mirado la
piel? Puede que le haya dado un brote alérgico, aunque si dices que le duele
mucho… -
- - Voy a mirarle…
Paula, déjame verte la piel, de la barriga, tengo a Mario al teléfono. – ella
se sienta en el suelo con mi ayuda y le levanto las dos camisetas que lleva,
además de bajarle la banda elástica del pantalón de premamá. - ¡¡DIOS MIO!! ¡No
puede ser! –
- - Carlos ¿ocurre
algo? – el doctor sigue al teléfono, pero yo no puedo creerme lo que estoy
viendo. – Carlos, contesta, dime algo ¿estáis bien? –
- - Es…estoy aquí
Mario. – le contesto volviendo a la
realidad. – Paula ti…tiene marcas en la barriga, como…como yo… - aún sigo
asimilando lo que estoy viendo.
- - ¿Marcas? ¿Cómo las
tuyas? Entonces mis sospechas eran certeras, el bebe lleva tu genética y tendrá
la misma enfermedad que tú, Carlos. Necesito que vengáis al hospital ya, tengo
que hacerle unas pruebas a Paula. Y tranquilo, se en que piensas, no son las
otras que dije, estas no son invasivas. –
- - Ahora mismo vamos
Mario. Entramos por urgencias ¿no? –
Me guardo el teléfono en
el bolsillo del pantalón, le coloco bien la ropa a Paula y la ayudo a
levantarse a pesar del dolor que siente. Cuando estamos casi en la puerta, cojo
nuestras cosas y nos vamos camino del hospital.
Una vez llegamos, Mario nos está esperando en
la puerta de urgencias con una camilla y un enfermero de confianza. Lo primero
que hacen es darle un tranquilizante a Paula. Mario empieza a auscultarla,
mientras revisa las marcas de la tripa y le va dando órdenes al enfermero. Yo
espero de pie en una esquina de la habitación, no sé qué hacer, no quiero
molestar, Mario es un profesional y sabe lo que hace, a mí siempre me ha
tratado fenomenal y veo que con Paula es igual. El enfermero debe ser interno
suyo, porque no se sorprende ni al ver las marcas que le han salido a Paula en
la barriga, ni las mías que se me ven por la cara y cuello.
Cuando Daniel, el
enfermero, termina de sacarle sangre a Paula, sale para llevarla a laboratorio.
-
Tranquilo Carlos,
Dani es de confianza, además de uno de los mejores enfermeros, es mi sobrino y
me está ayudando con la investigación. Tiene más o menos vuestra edad. –
- - Ya decía yo que se
parecía mucho a ti. ¿Cómo esta Paula? –
- - Bien, vamos a
esperar a ver que nos dice la analítica y después seguimos con más pruebas. El
bebé se ha alterado un poco, por eso le hemos dado un tranquilizante,
necesitamos que tanto ella como el bebé estén en estado normal. Las pulsaciones
las tenían muy altas los dos. Sabes lo que estas marcas significan ¿no? Tu hijo
tendrá revisiones médicas cada dos por tres. –
- - Por mi hijo hare
lo que haga falta. Ojalá encontremos la solución antes que nazca y así no tenga
que sufrir lo que he sufrido yo.
Dani entra de nuevo con
papeles en la mano y se los da a su tío. Mario los mira con detenimiento y después
de lo que me parece una eternidad, me dice que su sangre esta alterada, como la
mía, pero en menor medida, por el bebé y que por eso solo le salen en la
barriga. Me pide que salga un momento para hacerle un par de pruebas más ahora
que está dormida.
Espero junto a la puerta,
a la espera que salgan Mario y Dani y aunque solo pasa una media hora, a mí me
parecen horas enteras. El doctor me dice que nos podemos ir a casa, que todo lo
demás está bien, por ahora solo le salen las marcas a Paula, al bebé solo le
afecta lo alterada que se ponga la madre con el dolor. Me da una receta para
comprarle unos tranquilizantes y me aconseja que siga con Paula las mismas
pautas que hago conmigo mismo.
PAULA:
Me despierto un poco
desorientada, pero reconozco la cama de Carlos en cuanto enfoco bien la vista. Rápidamente
me acuerdo de anoche y me miro la barriga, pero no hay ni rastro de las marcas
que me salieron. Me levanto despacio y me visto, para no pasar frio con el
pijama. Bajo a la cocina y al pasar por la puerta del despacho que esta semi
abierta, escucho a Carlos hablando con alguien por teléfono. Como tengo
bastante hambre, ya que ayer al final no cenamos, me dirijo a la cocina a
tomarme algo.
Estoy sentada comiéndome
una tostada y viendo la televisión, o teniéndola de fondo, cuando Carlos se
sienta en la silla enfrente mío.
- - Ha llamado tu
hermano, a tu móvil, no quería molestarte y lo he cogido. Dice que salía ya de
Murcia, en unas 4 horas aproximadamente estará aquí. Le he mandado la ubicación
de mi dirección, para que venga primero aquí y después si quieres por la tarde
lo llevamos a tu casa para que se quede allí. Si tú quieres, claro. –
- - ¡Anda! Mi hermano.
Se me había olvidado. Él quería quedarse en mi casa, aunque yo esté aquí, no le
importaba. ¿Sabrá llegar aquí? –
- - Supongo que sí,
Paula, poniendo la localización en el GPS, no creo que tenga problema. Viene en
su coche, no ha querido venir en moto, por el mal tiempo que pueda hacer y lo
peligroso de un viaje tan largo en moto. –
- - Ese es el
cuidadoso de mi hermano, siempre tan precavido. – me rio pensando en él. - ¿Debería
contarle lo de las marcas? Al estar aquí, no quiero tener que ocultarle más
cosas. –
- - No se… - se lo está
pensando – habrá que decírselo, porque a partir del anochecer no podremos salir
mucho. ¿Es de total confianza tu hermano? –
- - ¿Fernando? Él es
la confianza en persona, nunca ha tenido ningún problema con nadie. –
Termino mi desayuno y
Carlos me cuenta todo lo que le dijo el médico ayer, y las pruebas que me hizo.
Se me encoge el corazón con la mirada que tiene Carlos mientras me lo cuenta,
porque debió ser muy duro para él pasar, y seguir pasando, por todo esto y,
además, saber ahora que tu hijo pasara por lo mismo. Intento ser fuerte y lo
único que puedo hacer ahora es abrazarlo.
- - Tranquilo Carlos, voy
a hacer todo lo que este en mi mano para conseguir una cura, seguro que todas
esas carpetas que había en casa de tus padres me ayudan con la investigación. Y
le dedicare mas horas, ahora que sé que nuestro hijo también está implicado.
Carlos también me abraza
y del abrazo pasamos a un beso y después a mas besos, hasta que acabamos en la
cama.
Suena el timbre de la
casa. Miro la hora y pego un grito de la impresión. Ya han pasado las cuatro
horas de espera de mi hermano. Termino de ponerme las zapatillas, mientras
Carlos sale del baño para vestirse. Bajo las escaleras lo más rápido que puedo,
el timbre vuelve a sonar. Cuando llego a
la puerta, tengo que coger bastante aire, antes de abrir la puerta y comprobar
que, efectivamente, es Fernando.
- - ¡¡Fernando!! ¡Que
alegría verte hermanito! – suelta su maleta y me abraza con cuidado.
- - ¡¡Hola Paulita!!
¡Yo también me alegro de verte! Estas…estas preciosa hermanita. – se separa un
poco de mi para verme bien. – Y tú debes ser Carlos ¿no? – extiende su mano
para saludar a Carlos. – - Soy Fernando, por fin nos conocemos. –
- - ¡Hola Fernando! Sí,
soy Carlos. Encantado de conocerte a ti también. –
Dejamos entrar a mi
hermano y mientras Carlos prepara la mesa para comer, Nando y yo hablamos un
poco de nuestras cosas, nos ponemos al día y descubro que mi querido hermano,
al que no le gustaban las rubias, siente algo por Lucia. No quiere reconocerlo,
pero sé que esta visita no es solo para verme a mí, también quiere verla a
ella. La verdad es, que me gusta la pareja que hacen.