Capitulo 29
Vuelvo a estar
instalada en casa de Carlos, después de cinco días en el hospital, tenía unas
ganas enormes de salir de allí. A pesar de haber investigado un poco sobre mi
trabajo y de haber hablado con Carlos sobre esto para intentar descubrir más
cosas, han sido unos días muy aburridos.
Carlos me dijo que
podíamos ir un día a casa de sus padres y me dejaba buscar por su despacho, por
si encontraba algo, y como me han dado varios días más de reposo (por las
contracciones, que ya no tengo) para no aburrirme, iremos una tarde, pero ya me
advirtió Carlos, que debía estar relajadita, si no encontraba nada, que no me
alterase.
Mi hermano me
llamo uno de los días que estuve hospitalizada, preguntándome que por que no le
había avisado y para decirme que venía el sábado de esta semana.
Me levanto y estoy
sola en la cama, miro la hora y son las nueve de la mañana, Carlos hace ya
tiempo que se ha ido a trabajar. Me levanto, me pongo una bata, ya que sigue
haciendo frio y bajo a la cocina a desayunar algo.
- - ¡Buenos días
Paula! – me saluda la mujer que tiene Carlos para la limpieza.
- - ¡Buenos días Ángeles!
¿Hay algo para desayunar? – no estoy muy acostumbrada a esto, pero podría ser
mi madre, así que la tratare como tal.
- - ¿Cómo se encuentra
hoy? Claro que hay algo para desayunar, tostadas, se las hago en un momento,
zumo de naranja exprimido hace un ratito, puedo calentarle un vaso de leche… -
- - Un par de tostadas
con zumo está bien. Antes tomaba un café, pero ya no me dejan. Ya estoy bien Ángeles,
no tengo ni molestias ni nada, lo único que ha cambiado es este tripón que
tengo ya. –
Me faltan unos días para los
5 meses de embarazo y dentro de poco tendré otra eco. La tripa me ha crecido
bastante, ya se nota claramente el embarazo.
Me tomo el desayuno que
me prepara Ángeles y me voy al salón con mi portátil y los papeles que tengo de
la investigación. No he podido adelantar mucho, porque al no estar en el
laboratorio, no puedo seguir haciendo pruebas. Enciendo el ordenador y me avisa
que tengo un e-mail. No sé por qué no me ha sonado en el móvil si tengo la
aplicación. Lo abro y veo que es de Javier. Con todo el jaleo de mi
hospitalización, se me olvido preguntarle qué tal estaba él.
“¡Hola Paula! Perdona que escriba después de lo que me
ha parecido una eternidad. Espero que me perdones por haberte abordado en tu
casa de esa manera, sé que estuvo mal y lo siento muchísimo. Quiero que sepas
que estoy bien, ese amigo tuyo no me hizo gran cosa y estoy recuperado.
Como habrás comprobado ya no estoy en el laboratorio,
no sé qué te habrán contado, pero me despidieron. Ayer me llamaron de la Organización
Nacional de eventos de Madrid para ofrecerme un puesto como director adjunto
del departamento de organizaciones nacionales e internacionales. Es un buen
puesto y gano bastante más dinero que en el laboratorio y, además, uno de los
eventos que se van a organizar dentro de poco es la pasarela Cibeles, y conoceré
a todas las modelos. Aunque tú siempre serás mi preferida.
Espero que todo te vaya genial, que sea feliz con ese
amigo y que ese bebe nazca sano y fuerte como su madre.
Cuando estés preparada, podemos quedar para tomar un
café o refresco o un zumo.
Un beso enorme. JAVIER”
Parece ser que
Carlos ha hecho su trabajo. Javier tiene un buen trabajo y parece que allí se olvidará
de mí y conocerá más chicas.
Le contesto algo
sencillo diciéndole que estoy bien, que el embarazo sigue adelante y que estoy
muy emocionada con mi bebe. Que me alegro que todo le vaya tan bien y que por
supuesto acepto el quedar algún día con él para tomar algo. Por supuesto no le
digo nada del padre del bebe, aún no sabe que es Carlos y no quiero que lo sepa
por ahora.
Pasa la semana más
aburrida de mi vida, sin poder apenas salir, sin ir a trabajar, en la casa no
hago nada, porque cuando voy a recoger algo viene Ángeles y me lo impide. Pero
por fin es viernes, mañana viene mi hermano y podré salir un poco. He comido
con Ángeles y le he dicho que se podía ir antes a su casa, ya que Carlos está a
punto de llegar. Hoy por fin me va a llevar a la casa de sus padres, para
buscar en el despacho.
- - ¡Ya estoy en casa!
– dice Carlos nada más entrar. - ¿Estas preparada? – las cosas con Carlos van
mucho mejor, después de hablar con él y darle las gracias por lo que ha hecho
por Javi, estamos más unidos. Voy hacia él y le estampo un beso en los labios.
- - ¡Siiii! Estoy
lista y tranquilo que no me alterare, aunque haya pasado mi tiempo de reposo.
Espero encontrar algo y si no estoy deseando que llegue el lunes para volver al
laboratorio. –
- - Pues déjame que me
ponga lago más cómodo y nos vamos, así estaremos más tiempo allí y cenamos algo
de comida china de un restaurante que hay cerca de casa de mis padres y que está
todo muy rico. –
- - ¡Mmm! Me parece
una buena idea. –
Llegamos al piso donde
habían vivido sus padres y Carlos abre la puerta, pero antes de dejarme entrar
me vuelve a repetir que pase lo que pase, quiere que esté tranquila. Le prometo
que lo estaré.
Al entrar, se nota que
nadie ha vivido allí desde hace mucho tiempo. Hay mucho polvo en los muebles y
bolsas grandes de basura en el salón.
- - ¿Qué son todas
esas bolsas? – pregunto.
- - Son objetos y
marcos de fotos de mis padres, todo eso lo llevaremos a una subasta para
venderlo. Las fotos las guarde yo. – me
dice Carlos y a pesar de mantenerse con semblante serio, sé que le duelen
todavía los recuerdos. – Mientras tu buscas en el despacho, que está aquí – me
abre una puerta – yo seguiré recogiendo algunas cosas para la subasta. –
- - Está bien. – le digo y entro al despacho que es bastante
grande y está lleno de armarios y estanterías con libros.
- - Y recuerda que, si
necesitas algo, aquí estoy y procura no alterarte. –
Me acerco hasta el
sillón que hay detrás de la mesa y me siento. Empiezo mirando los cajones de la
mesa, revisando cada uno de los papeles que hay, pero solo veo facturas pagadas
de hace años, y cartas de bancos. El ultimo cajón esta vacío. Me acerco al
armario más cercano a la mesa y está lleno de carpetas. Cojo una y pone
“Experimento Sol”. Comienzo a pasar todas las hojas de apuntes y parece ser
algo relacionado con la enfermedad que tenía la madre de Carlos, por lo menos
algo me suena de lo que me conto. Dejo esa carpeta en la mesa y cojo otra y
todo lo que contiene está relacionado.
Todas las carpetas
son del mismo experimento, así que me apunto mentalmente para decirle a Carlos
que nos las llevamos a su casa y las iré mirando allí más detenidamente.
Sigo
inspeccionando por las estanterías y me gustan los libros que hay, algunos de
estudios de laboratorio, otros de diferentes estilos literarios. También le
comentare a Carlos de llevárnoslos, aunque no sé si entraran en su biblioteca.
Ensimismada estoy
mirando en otro armario cuando alguien carraspea desde el marco de la puerta.
- - Te veo muy
entretenida ¿te encuentras bien? – me dice Carlos.
- - Sí, estoy muy
bien, de hecho, hay muchas cosas que me gustaría llevarme. Sobre todo, esas
carpetas de la mesa, creo que tienen que ver con la enfermedad de tu madre. –
- - Está bien Paula,
nos llevamos eso. ¿Algo más? – me mira con una sonrisa burlona.
- - Eh…bueno si, hay más
cosas… - dudo en decirle lo de los libros – me gustaría… ¿podríamos llevarnos
todos esos libros de allí? – le señalo la estantería.
- - ¿Quieres
llevártelos hoy? No sé si hay suficiente espacio en el coche, y tampoco sé si
tenemos suficiente tiempo, ya que está anocheciendo y ya sabes que no me puede
ver nadie. Pronto saldrán mis marcas. –
- - No, no, los libros
no tienen que ser hoy, podemos venir otro día a por ellos, o ir llevándolos
poco a poco. –
- - ¿Tienes hambre?
Puedo ir llamando al restaurante chino y pedir la comida ¿te parece? – me dice
Carlos y de repente me entra un hambre voraz.
- - Sí, me acaba de
dar hambre. Mientras llamas y la traen, voy a seguir mirando por aquí. – me
acerco a él y le doy un pequeño beso en los labios.
Aproximadamente
media hora después, suena el timbre. Serán los del restaurante. Vuelve a sonar
el timbre y me acerco a la puerta, asomándome al salón y no encontrando a
Carlos, pero si el dinero encima del mueble de la entrada. Les abro la puerta,
cojo la comida y les doy el dinero.
Entro en la cocina
y dejo las bolsas encima de la mesa. Llamo a Carlos, porque no sé dónde está.
Escucho el sonido del agua de la ducha e investigo por la casa siguiendo el
ruido. Entro en una habitación, la última del pasillo y estoy segura que esta
era la habitación de sus padres. Me acerco a una puerta y el sonido del agua se
hace más fuerte. Carlos debe estar dándose una ducha… ¡Las marcas! Claro, deben
haber empezado a salirle. Toco la puerta y nada más apartar la mano de la
madera noto como si me quemara la barriga, haciendo que me retuerza tirada en
el suelo.
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