domingo, 13 de noviembre de 2016

El Destino de Paula 28












Capitulo 28

Lucia al verme, viene corriendo hacia mí.
-         -   ¿Estás bien Paula? ¿Llamo a Carlos? Dime algo nena, me estas asustando… -
-         -   ¡¡AY!! ¡¡AY!! Estoy-bien-Luci – le digo entre quejidos. Me agarro la tripa y noto que la tengo muy dura. Los pinchazos siguen, empiezan en mi barriga y bajan hasta la ingle. – Ni se te ocurra avisarle, se pondrá insoportable. Se me pasara en un momento, anoche también me dieron algunos y al final estuve bien. –
-        -    Paula cariño, deberías ir al médico, no creo que esto sea normal. –

Se me va pasando el dolor que me causan los pinchazos y me voy relajando poco a poco. He acabado sentada en el suelo del baño. Me levanto y me echo un poco de agua por la nuca y esta tan fría que me espabila de momento.
-          -  Ya estoy mejor Luci, vamos a trabajar. – le digo dirigiéndome a la puerta.
-          -  Está bien Paula. Volvamos a trabajar. –

Concentrada estoy con mi investigación cuando siento una sombra sobre mí.
-        
 -         -  Por favor, Paula, recoge tus cosas, nos vamos inmediatamente al hospital. – me dice Carlos. – Me da igual que me digas que estas bien, no pienso poner en peligro la vida de mi hijo, ni permitiré que la pongas tu tampoco. He hablado con Mario y nos espera en el hospital. –

Hago lo que me dice, me lo ha dicho con tanta autoridad y susurrando, que si no le hago caso no sé qué pensaran mis compañeros.
-          -  Y Lucia ¿Cómo se va? ¿Has pensado en ella? – le digo porque somos nosotros los que la llevamos a su casa.
-          -  Ella es la que me ha avisado, me ha contado lo tuyo y me ha dicho que ya ha hablado con Luis para que la lleve él. –
-         -   Está bien. Ya he recogido, vámonos. –

En el coche Carlos me pregunta el por qué no le he contado lo que me pasa, y le explico que no creo que sea nada, que estoy bien, pero sigue sin creerme. Le pregunto por Javier, si ha solucionado algo, y me contesta algo mosqueado que eso ahora no importa, que hablaremos de eso más tarde, pero que no había hecho nada. El resto del camino lo pasamos en silencio.
Cuando llegamos a la puerta de urgencias, el doctor Mario Fernández nos está esperando en la puerta. Carlos para el coche para que yo me baje y me vaya con él mientras aparca en el parking.
El doctor me lleva a una habitación donde hay una camilla y todo el arsenal médico que necesitan repartido entre un armario y un carrito.
Me hacen tumbarme en la camilla mientras se ponen los guantes Mario y la enfermera que ha venido con Carlos. El doctor me palpa la tripa, suavemente para no dañar al bebé.
-           - Todo parece estar correctamente chicos. – nos dice el médico. – Esa dureza que notas en la tripa Paula, se llaman contracciones de Braxton, y es cierto que suelen aparecer sobre el séptimo mes, pero hay mujeres a las que les aparecen antes. Tu cuerpo empieza a prepararse. Pero esos pinchazos que dices… Vamos a hacerte una prueba de orina, por si pudiera ser una infección. –

La enfermera me da un bote y me indica donde está el baño. Hago lo que me piden y les devuelvo el bote. Mientras analizan eso, me llevan a otra sala, donde hay varios sillones. Me hacen sentarme en uno de ellos, me colocan dos cintas elásticas en la tripa con dos transductores que monitorizaran los latidos fetales. Lo enchufan todo a una máquina y de pronto se escucha el ruido del corazón de mi bebé. Nos dejan solos a Carlos y a mí un buen rato.
-           - ¿Te quedas más tranquilo ahora Carlos? El medico ya ha dicho que todo está bien. –
-        -    Estoy más tranquilo, sí, pero aun no nos han dado el resultado de la orina.  –
-         -   Vale, si tengo infección me darán la medicación y no pasara nada. ¡AY! –
-         -   ¿Estás bien Paula?  -
-         -   Si, solo ha sido un dolorcillo. –
Entran la enfermera y el doctor Mario. La enfermera coge el papel que está saliendo de la máquina y avisa al docto.
-         -   Bueno Paula, tienes un poco de infección de orina y por lo que veo te están provocando unas contracciones que no son nada buenas. Te vamos a dejar aquí ingresada unos días, para frenar esas contracciones y quitarte esa infección. Enfermera, por favor, póngale una vía y adminístrele 100 mg Nitrofurantoína y solución salina. –
-        -    Mario, puedo hablar contigo un segundo. – le dice Carlos al médico.

La enfermera prepara todo lo que le dice el doctor y comienza.
-          -  Te vamos a dar también una pastilla, tienes que tenerla debajo de la lengua hasta que se deshaga. Es para parar las contracciones. – me dice la enfermera. – Te llevaremos a una habitación dentro de un ratito. –
Cuando termina, se va y me deja sola. Cojo mi móvil y le escribo a Lucia, no quiero preocuparla más de lo que lo estará. Me responde al momento, diciéndome que me recupere.
Pasados unos minutos entra Carlos con no muy buena cara.
-         -   ¿Ocurre algo? No tienes buena cara… ¿Qué querías hablar con el medico? ¿Qué te ha dicho? – le pregunto, o más bien le interrogo.
-         -   Nada…nada grave por ahora. Dice que en breve traerán el ecógrafo para ver que todo esté bien y que después te llevaran a una habitación, estarás el resto de esta semana ingresada. – me dice con el rostro ensombrecido. – Le he pedido que me haga el favor de ponerte en una habitación sola y a poder ser algo apartada, así podre estar contigo por las noches sin que nadie note nada raro. No pienso dejarte sola. –
-          -  ¡Humm! Gracias Carlos. Oye…siento no haberte dicho nada del dolor…la próxima vez iré al médico inmediatamente, aunque espero que no haya una segunda vez. –

Nos quedamos en silencio por un tiempo hasta que tocan a la puerta.
-         -   Chicos ¿se puede? Traigo el ecógrafo para ver a ese niño. – nos dice el medico abriendo la puerta y entrando con el aparato.
Me quita las correas y comienza a prepararlo todo. Vuelve a echarme el gel frio y pone el aparatito encima.
-          -  Por ahora todo se ve perfectamente, eso sí, este niño se mueve mucho, así que, dentro de poco Paula, empezaras a notarlo con unas cosquillas al principio. – me dice el médico.
-         -   Pues la verdad, doctor Fernández es que al principio notaba eso, y después los pinchazos, así que… ¿las cosquillas era mi bebe moviéndose? –

Sigue mirando un poco más y nos dice que todo está muy bien. La barriga ha crecido bastante desde la primera ecografía y ya no me puedo poner mis pantalones de antes. Ahora uso la ropa premamá que me compre con Lucia.
Mario termina con la ecografía y nos dice que ahora mismo vendrán para llevarme a la habitación y antes de irse le guiña un ojo a Carlos. Supongo que ha conseguido lo que le ha pedido. Y antes de darnos cuenta, viene un celador con una camilla, me subo en ella y me lleva a la tercera planta a la habitación 310, la última del pasillo, al lado de la salida de incendios.
Una vez nos quedamos solos de nuevo Carlos y yo, le pido si puede ir a la casa a por algunas cosas mías, como los productos de aseo, ropa limpia y mi pijama. Le hago una lista con todo lo que quiero, mi portátil (para seguir con algo de investigación desde aquí) y algún libro para leer cuando no haya nada interesante en la televisión.
Acepta, pues sabe que si voy a estar aquí unos 4 o 5 días necesitare todas esas cosas.
-          -  No quiero dejarte sola, así que… -
-        -    No me va a pasar nada Carlos – lo interrumpo – estoy en un hospital, hay médicos y enfermeras aquí, no me pasara nada. Además, no tardaras mucho ¿verdad? –
-          -  Si…tienes razón Paula. Pues me voy para tardar lo menos posible. -  se me acerca y me deja un suave beso en los labios.


Al día siguiente me despierta una enfermera que viene a ponerme el antibiótico a las 7 de la mañana. Me fijo en la otra cama y Carlos ya no está. Ayer cuando vino, solo puede darme un ligero baño en el lavabo, ya que al tener la vía puesta no podía ducharme. Carlos me trajo todo lo que le pedí, incluso trajo una bolsa con sus cosas que dejo en un pequeño armario que hay en la habitación.
Reviso mi móvil y tengo un mensaje de Carlos.

“¡Buenos días preciosa! Espero que hayas pasado buena noche. Me he ido a trabajar temprano para poder salir antes y estar más tiempo contigo. Nos vemos después de comer. Te quiero mucho Paula.”

Ainss que bueno es Carlos. Le contesto que si he dormido bien y que aquí estaré con un emoticono de carita sonriente. Una celadora me pregunta que quiero desayunar, de una pequeña lista, pues en el hospital no tienen gran cosa. Le pido un zumo de naranja con unas magdalenas.
Después del desayuno, cojo mi portátil y decido repasar meticulosamente todos los informes que tengo sobre la investigación que estoy llevando a cabo, quiero encontrar eso que se me está escapando.

La mañana se me pasa muy rápido, pues sin darme cuenta entra otra celadora llevando una bandeja con la comida. Como suele pasar en los hospitales, la comida no es la mejor. Me lo como todo con la televisión puesta, están las noticias puestas, aunque no les presto casi atención.
Cuando termino de comer, dejo la bandeja en una mesa auxiliar que hay al lado de la puerta y me acuesto un rato a descansar. Hacia tanto tiempo que no me echaba una siesta.

Noto un cosquilleo por la cara y muevo mi mano para apartar lo que sea que me está molestando. Siento que me dan un beso en los labios y abro poco a poco los ojos. Cuando por fin enfoco, veo que es Carlos. Me incorporo en la cama.
-          -  ¡Hola! Has venido pronto ¿Qué hora es? –
-         -   Son las cuatro de la tarde Paula. He llegado hace un rato, pero estabas tan bonita dormida que no he querido molestarte. ¿Qué tal estas? –
-        -    ¡Las cuatro ya! ¡Madre mía! Nunca había dormido tanto en una siesta. – me sorprendo de la hora que es, pues sí que necesitaba descansar. – Estoy bien, la comida de aquí no es lo mejor que he probado, pero hoy no he tenido ningún pinchazo. –

Le pregunto qué tal le ha ido el día, o más bien la mañana y me cuenta que en la sección donde esta Luis han conseguido crear, junto a otro laboratorio, una vacuna para una enfermedad poco conocida y que afecta sobre todo a los niños y niñas de tres años, la meningitis Bexsero.


Una y media más tarde, después que Carlos me trajera unos cruasanes para merendar, con permiso del médico, tocan a la puerta.
-         -   ¿Se puede? ¿Estas visible Paula? –
-         -   Si, si, pasa Lucia. – reconozco su voz y al entrar veo que son Lucia y Luis. - ¡Hola chicos! ¡Que sorpresa! –
-        -    ¿Qué tal estas, preciosa? Cuando me lo ha dicho Luci, no he dudado ni un segundo en venir a verte. –
Pasamos un buen rato agradable hablando los tres, Carlos se va dejándonos espacio. Él sabe que son mis amigos, aunque podrían ser suyos también si quisiera, prefiere dejarme ese tiempo con ellos. Al volver, me trae la cena, supongo que habrá llamado de nuevo a Mario para preguntarle.

La semana pasa más o menos igual que el primer día, Carlos llevo mis papeles de la baja al laboratorio y supongo que le habrá contado a quien le entrego los papeles algo de lo nuestro, cada día me importa menos que lo sepan, parecemos una pareja…vivimos juntos, vamos a tener un bebe…él tiene razón, tarde o temprano se enterara todo el mundo.

También llame a mi madre, no quería preocuparla, pero sé que, si no se lo digo, es peor. Se preocupó, mucho, hasta el punto de querer venir a Madrid para estar conmigo, pero Carlos le dijo que estaba en buenas manos. Creo que mi madre siempre confió en él.

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