Espero que os guste.
Al terminar la
comida, subimos de nuevo al laboratorio para recoger todo y terminar los
informes y como cada viernes, reúno todos mis papeles de la investigación y los
meto en la carpeta para dárselos a nuestro encargado jefe, que al parecer, ya
me estaba esperando.
Javier,
nuestro encargado jefe, es un hombre alto, pelo castaño oscuro y los ojos negro
azabache. Le gusta cuidarse e ir al gimnasio porque se le marcan los músculos
debajo de las camisas. Es joven, tiene 29 años creo, y consiguió ese puesto
porque fue el único que se graduó en la universidad con el título honorifico “summa cum laude”, y fue tan aclamado en
empresas de otros países, que este laboratorio le dio este puesto desde el
primer momento.
Lucia se enamoró
de él, el primer día que entro a trabajar aquí, pero Javi siente lo mismo por
ella, y es que, este joven tan guapo y sexy (para muchas) está enamorado de mi
o eso creo yo, por las insinuaciones que me hace. El problema, que yo no siento
lo mismo por él, para mí solo es un amigo, mi jefe y nada más. Javier me ha
invitado muchas veces a salir con él, y a todas le he dicho que no, no quiero
darle una esperanza que no existe, pero el muy cabezota parece no darse cuenta.
-
Pasa Paula – me dice Javi mientras
se levanta de su silla y coge algo del mueble. - ¡Felicidades! Y antes de que
me digas nada, esto es para ti y no aceptare un No por respuesta, es tu cumpleaños y la ocasión lo amerita. – Javi
me entrega un enorme ramo de rosas rojas con calas blancas.
-
Gracias Javi, pero no tenías por
qué regalarme nada. ¿Cómo sabes que son mis favoritas? – se lo agradezco
dándole dos besos – aquí tienes los informes de hoy. –
-
Tengo mis contactos Paula. Nos
vemos a la noche. –
-
Pero como… - no me deja terminar la
frase interrumpiéndome.
-
¿Qué? Lucia me ha invitado,
¿pensabas que no iba a ir? Siendo tú la cumpleañera no he podido negarme. – me
dice Javier con una sonrisa en la cara.
-
Pues entonces nos vemos esta noche,
hasta luego Javi. – le respondo con una sonrisa algo tímida. La verdad, no sé qué
cara poner ya cuando me liga tan descaradamente.
---------------------
Después
de tirarnos toda la tarde buscando y comprando, lo que para mi amiga Luci era
el vestido y el antifaz perfectos para mí, llegamos a casa de Luis y nos
hicimos algo ligero de cena, unos sándwiches de york-queso con un poco de
ensalada.
Nos
duchamos por turnos, nos pusimos nuestros vestidos (Luis se puso algo más
informal) y para darle el gusto a mi amiga, le deje que me maquillara. Mi
vestido era estilo de los años 50, negro, con escote palabra de honor aunque tenía
encaje por todo el torso con brillantes negros y simulando unas pequeñas
mangas. Me llegaba de largo por las rodillas y tenía tul negro por dentro de la
falda para darle más volumen.
Lucia
llevaba un vestido azul eléctrico, de escote palabra de honor y falda de vuelo
que le llegaba bastante por encima de las rodillas. Se podría decir que le
tapaba el culete y poco más. Luis por su parte, se puso unos pantalones
vaqueros color ocre, con un jersey con cuello de pico y una chaqueta tipo
americana encima.
Nuestras
mascaras eran bastante parecidas, Luis es el más simple, se compró el antifaz
de Batman. Lucia llevaba un antifaz azul marino, con brillantes por los bordes
y toda la zona de arriba estaba adornada con plumas de pavo real. Y la mía…pues
la mía era tipo Catwoman, sencillo y negro con detalles plateados en los bordes
y alrededor de los ojos y algunos brillantes.
Lucia se esmeró
mucho maquillándome, aunque no se notaba nada en exceso y como le hacía tanta
ilusión, la deje hacer. << Si llevo antifaz, ¿para qué tanta insistencia
en maquillarme? >> – pensé para mi sola.
En la
puerta de la discoteca ya nos estaba esperando Javier. Al entrar no pude
resistir mirar a todos lados y es que aunque haya venido pocas veces, siempre
había una decoración diferente. Y ahora igual, está totalmente diferente a como
lo recordaba.
Para
llegar a nuestro reservado, tuvimos que atravesar la pista central, la cual
estaba abarrotada de chicos y chicas bailando y bebiendo. Al llegar me fije que
había un sillón en forma de semicírculo, de color negro de piel, una mesita
redonda de cristal al centro. Había unos tres reservados más, separados por
gruesas cortinas rojas. Un pasillo unía a los reservados con una exclusiva
barra de bebidas.
Estuve admirando
el local un largo periodo de tiempo, era muy grande y la decoración con máscaras
y cosas vintage lo hacía lucir bonito y elegante. Tenía una segunda planta, en
la que supongo habrá reservados aún más privados a los que irán los famosos.
Nuestro
reservado era el que estaba más cerca de la pista de baile y se podía ver a
todo el mundo con sus máscaras y antifaz. Algunos de los más extravagantes,
otros sencillos y simples (parecían comprados en las tiendas de chinos),
algunos brillaban en la oscuridad y había uno que me llamo mucho la atención,
era del tipo “máscara de hierro” y le cubría toda la cara, ¿Por qué querría
esconder todo el rostro?
Volví a
la realidad cuando Lucia me dio un pequeño codazo y es porque Javi se ofreció a
ir a pedir las bebidas. Yo le pedí un mojito de fresa, Lucia creo que pidió un
daiquiri de plátano y Luis un gin tonic, creo haberle escuchado de canela. A
Luis le encanta probar gin tonics nuevos y con eso de las especias que han
salido, el tío se pone las botas. Javi no solo trajo las bebidas, también apareció
con una botella de champan y cuatro copas.
-
Hagamos un brindis por la
cumpleañera. – dijo Javier muy emocionado, juraría que él ya se tomó su copa
antes de venir. De repente los tres empezaron a cantarme:
-
¡¡ CUMPLEAÑOS FELIZ, CUMPLEAÑOS
FELIZ, TE DESEAMOS PAULA, CUMPLEAÑOS FELIZ!!
-
Gracias chicos, pero no hagáis
esto, me da vergüenza y me sacáis los colores. – sentía mis mejillas arder,
menos mal que con la poca iluminación del local no se me notaba. En ese momento
sentí como si alguien me mirase fijamente, es una sensación rara si llegas a
sentirla e incómoda un poco.
Me gire para
mirar por la pista de baile, para saber si alguien me miraba y había alguna
razón por la que sentí ese escalofrío recorrerme la espalda, pero nadie me
estaba mirando, todos estaban a su rollo, bailando, riendo, etc.
Brindamos
y me bebí la copa de champan casi del tirón, y me senté en el sofá del
reservado a tomarme mi mojito y ver a la gente divertirse.
Javier me
pidió que bailase con él, pero me da mucha vergüenza hacerlo en público, no soy
buena bailarina y no soporto las miradas de la gente en mí. Y el tipo de música
que sonaba en ese momento tampoco me incitaba a bailar, la música electro no es
de mi tipo.
Después
de mi tercer mojito de fresa y unas cuantas copas de champan de mas, yo ya iba
un poco achispada, que no borracha << aunque bien poco te queda, bonita
(me dice mi subconsciente >> y como Luis ya me conoce, se acercó a mí.
-
Vamos mi niña, ya toca bailar, no
puedes pretender estar toda la noche ahí sentada ¿no? –
-
Está bien Luis, pero solo una
canción, ya sabes que no me gusta mucho bailar en público. – le dije yo y salí
a la pista con él.
Lucia y
Javier llevaban bailando toda la noche y ¡¡por favor!! Como se le nota Lucia
que le gusta mucho Javi, no para de intentar besarlo. Comencé a moverme un poco
ya en la pista, aunque no conocía la canción que sonaba. Volví a sentir ese escalofrío
por mi espalda, esa sensación de que alguien te mira muy fijamente se hizo más
fuerte y más presente, pero la ignore como pude, ya que pensé que eso deberían
ser paranoias mías o era el alcohol provocándome malas sensaciones.
Comenzó a
sonar “Valió la pena” de Marc Anthony, en versión salsa, de mis
favoritas << vaya cambio radical de música, hace un momento sonaba algo
parecido al rock o heavy y ahora esto, pero me encanta bailar salsa. >>
pensé.
Con los
primeros acordes Luis me cogió de las manos y empezamos a marcarnos un
bailecito, ya que he de decir que bailar salsa se me da muy bien, ya que en
nuestros años de universidad, Luis y yo íbamos tres noches en semana a clases
de salsa en un pub cerca de nuestro apartamento.
Javier se
quedó alucinado << y con razón, le dije hace un rato que no sabía bailar
y mira por donde salgo >> y Lucia ya nos conoce y sabe que bailamos así.
Termino la canción y empezó una bachata de hace unos cuantos años ya, pero que
para mí nunca pasara de moda ni dejara de gustarme, “Obsesión” de Aventura. Seguí
bailando con Luis cuando note de repente que unas manos me cogían de la cintura
desde detrás. Pensé que era Javi, hasta que note una respiración cerca de mi
cuello y un susurro en mi oído.
-
¡Hola gatita! ¿Bailas conmigo? – me
dijo un voz grave y muy varonil y en seguida me tense. Sentí como esa
electricidad de antes me recorría toda la espalda y un calor se apoderaba de mi
cuerpo.
Luis me soltó y asintió con la cabeza y
una enorme sonrisa hacia el chico y se alejó de nosotros poniendo la señal de “ok” con las dos manos. Gire sobre mis
talones y sin decir nada << no hubiera podido hacerlo de todas formas por
la vergüenza del momento >> me puse a bailar la bachata. Me fije que este
chico es bastante alto, 1,80 m más o menos, esta fuertecillo, marcando musculito
pero sin ser exagerado, tiene los ojos gris-verdoso y el cabello rubio oscuro
<< o castaño, la verdad que no se ve muy bien en esta oscuridad >>
cortito. Parecía como salido de un anuncio de ropa interior Calvin Klein. Pero lo que más me llamo
la atención fue su máscara. Llevaba en la cara pintados unos símbolos o marcas
tribales muy extraños, le cubrían casi todo el rostro y cuello y parecían como
tatuajes, aunque no creo que alguien con sus características se tatuara todo
eso en la cara, y si era pintura…<< necesito pedirle esa marca de
maquillaje, ya que no se borra ni con el roce ni con el sudor >> pensé.
Al terminar la bachata, la cual por cierto sabía bailar
bastante bien, empezó a sonar otra canción y no supe que hacer.
-
Discúlpame,
pero me voy a ir con mis amigos, gracias por el baile. – dije muerta de
vergüenza y excusándome.
Regrese al
reservado donde solo estaba Javier, el cual me escudriñaba con los ojos de
manera muy rara.
-
¿Quién
era ese? Y ¿Por qué bailabas con él? – dijo mi jefe algo malhumorado…o se
podría decir ¿celoso?
-
No
sé quién es, Javi, me ha pedido un baile en la pista y no me he podido negar ya
que Luis literalmente me ha empujado hacia él. No he cruzado ni dos palabras. –
dije defendiéndome, aunque no se ni por qué lo hacía. Es cierto que ni su
nombre le pregunte, pero esos ojos verdes me recuerdan a alguien que conozco.
-
Discúlpame
Paula, es que yo también te he pedido un baile y siempre me has dicho que no, y
con el desconocido si has bailado. Pero bailaras conmigo ahora ¿sí? Por favor,
solo una canción ¿vale? –
-
Está
bien, déjame que beba algo primero. Pero solo una canción ¿ok? – dije, me pedí
una coca cola y salimos a la pista de baile.
Al
final no fue solo una canción, ya que se nos unieron Luis y Lucia y nos
quedamos un tiempo bailando.
Luis
fue a por más bebidas y a mí me trajo otro mojito, esta vez de melón y creo que
ese achispamiento se había convertido en una pequeña borrachera, pero como
decían mis amigos, es mi cumpleaños y tengo que disfrutarlo.
Cuando
termine mi bebida, fui a dejar el vaso en la barra y al volver con mis amigos
me choqué con alguien.
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