Capítulo 1.
El
invierno está por llegar y pronto será Navidad. Esta mañana me levanté como
cualquier otro día para ir a trabajar. Mis monótonos días de trabajo y casa
solitaria no pasan en vano, siempre se echa de menos a la familia.
Hoy todo comenzó
distinto, es mi cumpleaños, 25 años, un cuarto de siglo, me hago viejita; pero
me encontré un hermoso regalo, una pequeña nevada. No es algo normal que nieve
un doce de diciembre, pero si, hoy día doce de diciembre, el día de mi
cumpleaños hay un poco de nieve afuera. No llega a cuajar del todo y
seguramente que para el medio día solo sea agua, pero es bonita.
Como cada
mañana me preparo mi café con leche y un toque de vainilla y canela que lo hace
más dulzón, mi ya conocida tostada de aceite y un zumito de naranja, no debemos
olvidar la vitamina C en esta época del año. Preparo mis carpetas, cojo mi
bolso y me voy a trabajar.
Trabajo desde
hace dos años en un laboratorio de investigación médica– antes estuve un año
como becaria – en el cual llevan años experimentando con unas células vegetales
inmunes a muchas de nuestras enfermedades. Si consiguiéramos sintetizarlas
junto a las nuestras, podríamos curar enfermedades como el cáncer, el sida, la
diabetes, etc. El problema está en que cuando conseguimos un pequeño avance con
esas células y las inyectamos en pequeños animales enfermos, éstos acaban
rechazándolas y muriendo.
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Tengo pequeños
flashes en la memoria de algunas conversaciones que tenían los padres de un
amigo del colegio, tendríamos unos cinco o seis años por aquel entonces - a mí
ya me fascinaba el mundo de la investigación – y me quedaba embobada escuchando
esas conversaciones sobre probetas, compuestos, células, etc. De todo eso, yo
no entendía ni la mitad de las cosas que decían, pero si me llamaban mucho la atención
esas palabrejas, y eso fue lo que me llevo a estudiar y trabajar en esto. Hoy en
día no me acuerdo bien de las conversaciones y han pasado muchos años desde que
Carlos desapareció de mi vida…
Carlos
era mi mejor amigo del colegio y sus padres los investigadores y justo el
verano antes de empezar la secundaria, él junto a su familia se fueron
repentinamente, nunca supe nada más de él, ni cartas, ni llamadas, nada.
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El laboratorio
está a veinte minutos en coche de mi
casa y tan solo a cinco minutos del centro de Madrid. Todos los días recojo a
mi amiga Lucia, también compañera de laboratorio y así contribuimos con el
medio ambiente, además de ahorrarme unos euritos en el gasoil. Ella es todo lo
contrario a mí, es extrovertida, atrevida, muy habladora, etc. Además de tener
un físico de infarto y una belleza deslumbrante, llama la atención allá donde
va por su melena rubia platino, unos rizos que le salen casi naturales y
elegantes, vientre plano coma lo que coma, buen culete y unos pechos generosos,
además de sus enormes ojos azul celeste.
¿Yo? Pss,
ni fu ni fa, soy más bien normalita del montón. Tengo buen cuerpo pero lo tengo
que cuidar bastante, pero mi pelo es castaño y liso, sin nada fuera de lo común.
Lo que más llama la atención de mí son mis ojos, rasgados y de color verde
esmeralda. Siempre me lo han dicho, que mis ojos cautivaran al hombre que yo
quiera. Por lo demás, soy bastante tímida, introvertida – no me gusta mucho
hablar de mí y mis cosas – y por supuesto nada atrevida, me encanta viajar pero
no lo hago porque no conozco ni los lugares ni a nadie que viva allí para que
me guie. Y nada de deportes de riesgo, eso es para los valientes y yo no soy
una de ellos. Soy investigadora, lo sé, pero en mi mesa de trabajo estoy a
gusto, aunque tengamos que experimentar con cosas nuevas y no sepamos los
resultados. Para mi vida, prefiero la monotonía.
Pego un
fuerte pitido cuando llego a casa de Lucia y al montarse en el coche en el
coche me da dos sonoros besos.
-
¡¡Buenos días guapísima!! ¿Cómo está
hoy la niña del cumpleaños? ¡¡FELICIDADES!! – me grita Lucia tendiéndome un
pequeña caja alargada. – esto es para ti, tu primer regalito, espero. –
- No tenías que molestarte “hija” –
siempre le digo así, ya que es un año menor que yo – pero muchas gracias. – le vuelvo
a dar dos besos.
-
Tengo más sorpresas para ti, pero
las iras recibiendo a lo largo del día. ¡Ábrelo! – mi amiga está un poco loca,
a saber que me ha montado para hoy.
Abro la caja con
cuidado – no me fio mucho de la gente – y casi me emociono al ver el contenido,
una pulsera de plata con dos detallitos, un colgante en forma de probeta y una
muñequita con la inscripción BBF.
-
Gracias, gracias, mil gracias
Lucia.- le digo mientras me la como a besos. A pesar de mi timidez, soy muy
cariñosa cuando tengo confianza.
Llegamos al
laboratorio, es un edificio enorme de cuatro plantas con algunos ventanales. Por
lo que se, antes era un almacén de este polígono industrial, pero lo compro la
empresa Martínez & cía S.A. y lo reformaron para convertirlo en el
laboratorio que es ahora. Tiene un restaurante en casi toda la planta baja
donde comemos todos los trabajadores todos los días y es que nos dan unos
tickets al mes para gastarlos aquí.
Por fuera sus
paredes son de color crema con tres líneas verdes en la parte de arriba y el símbolo
de la empresa, una probeta metida en un círculo. También está el cartel grande
donde pone: “Laboratorios
Martinez&Cía S.A.”
Al entrar noté
que estaba más silencioso que de costumbre, pero por lo demás estaba todo como
siempre. Por dentro las paredes son blancas con las tres líneas verdes en la
parte de arriba horizontales, luces led en el techo para un ahorro de energía y
cada puerta de laboratorio con su número arriba. El nuestro era el laboratorio número
tres en la tercera planta. En la entrada nos recibe José, el guarda de
seguridad.
-
Buenos días señoritas, y
felicidades señorita García. – lo último va dirigido a mí, no pensaba que José sabría
que hoy es mi cumpleaños.
-
Gracias José, y llámame Paula, lo
de señorita no me gusta mucho. –
José es un
hombre más o menos mayor, tendrá unos cuarenta y cinco años, está casado y
tiene dos hijas de 10 y 8 años. Es alto, moreno, con ojos marrones y un hombre
servicial y educado. Es muy simpático y amable y lleva trabajando en la empresa
unos quince años, creo que desde que la abrieron.
En cada planta
hay una recepción, que se encarga de recibir las visitas, de coger las llamadas
telefónicas o mensajes, que después nos pasan a nosotros, de atender a los de paquetería,
etc. Hoy no había nadie en recepción, ni Cintia, ni Jordán.
-
Es muy raro que no esté Cintia aquí,
¿no crees Luci? ¿Estará enferma? Pero… ¿Y Jordán? Estaría sustituyéndola, ¿no? –
como siempre mi boca va por delante de mi cabeza y a veces mis pensamientos
salen por mi boca antes de procesarlos, como ahora.
-
Estará en el baño Paula, Cintia tendrá
sus necesidades como todo el mundo. – Lucia se encoge de hombros y sigue su
camino al laboratorio.
Todo está demasiado
tranquilo, no hay nadie por el pasillo y hay un silencio que da hasta pánico. Sinceramente
estoy empezando a sentir miedo como en las películas.
-
Esto no me gusta Luci, todo está
demasiado tranquilo. –
-
Supongo que habremos llegado antes
de lo normal Paula, o puede que los demás lleguen más tarde hoy por ser
viernes, o se les habrán pegado las sabanas, yo que sé. Deja de darle vueltas a
todo. –
Llegamos a la
puerta número 3, entro y está todo apagado, así que enciendo las luces y…
-
¡¡¡ SORPRESA!!! – me gritan todos
mis compañeros de laboratorio.
Lo habían adornado
con diferentes guirnaldas en las que se podía leer “felicidades” o “feliz
cumpleaños”, también había globos de colores y algunos con números y en la
mesa del fondo una enorme tarta de queso con frutas del bosque, mi favorita.
-
Gracias, gracias chicas y chicos,
pero no deberíais haberos molestado. Con un simple “felicidades” me hubiera conformado. – les dije a todos. – Y ahora
a trabajar. –
La mañana paso
normal, como de costumbre hasta la hora del almuerzo. Lucia vino a mi mesa a
recogerme para bajar al restaurante a comer, en la planta baja.
-
Vamos, date prisa Paula, tengo
mucha hambre y esa tarta lleva toda la mañana pidiéndome que me la coma. – esta
Lucia no tiene remedio, y es muy impaciente.
-
Ya voy Lucia – le digo para que se
tranquilice – apunto una cosita y nos vamos. –
Cojo mi bolso,
bajamos en el ascensor y al llegar al restaurante nos sentamos en nuestra mesa.
Estamos esperando que nos tomen nota cuando siento unas manos taparme los ojos.
-
¿Quién soy? – Luis es inconfundible
- ¿Y cómo está la niña de mis ojos hoy? ¡¡Felicidades!!
-
Gracias Luis. Y que graciosillo
esta hoy ¿no? –
-
MA-DRE-MI-A, pero que pinta tiene
esa tarta. Tiene que estar riquísima. – a Luis parece que se le iban a salir
los ojos de las orbitas y la boca se le hizo agua. – me daréis un buen trozo
¿no? –
-
Pues claro Luisito, esta tarta es
para todos. – le contesto Lucia.
Luis es
amigo mío desde la universidad, nos conocimos el primer año, alquilamos un
apartamento juntos y así compartir gastos mientras estudiábamos en la
universidad. Y desde entonces no nos hemos separado. Él es mi mejor amigo junto
con Lucia.
Es de
esos chicos que, al igual que Luci, coma lo que coma, no engorda, siempre esta
delgado, aunque Luis va al gimnasio, pero es más por tener algo de forma muscular
en el cuerpo y no ser un chico enclenque. Tiene el cabello rubio oscuro con los
ojos marrones, puede que a primera vista choque eso de ser rubio con ojos más
bien oscuros, pero os puedo asegurar que Luis es guapísimo. Además es alto, creo
que mide 1,85 metros. Por si os lo preguntáis, no, nunca hemos sido novios, y
es que Luis tiene gustos peculiares, vamos, que le gustan los hombres como a mí.
De hecho, en nuestros años de universidad hemos tenido algún roce por algún chico
que nos ha gustado a ambos, y que resulto ser bi y quería tema con los dos a la
vez. Pero yo por ahí no paso, al final se lo ligo Luisito.
-
Chicas, esta noche toca FIESTA –
Luis está muy emocionado – ya va siendo hora de salir, que hace más de un mes
que nos pegamos una buena juerga de chicas. –
-
Si Luis, hoy hay fiesta – esta vez
es Lucia quien habla – y aquí va otro regalito Paula, tengo un reservado esta
noche en la discoteca “Heaven”, así que Paulita, no te puedes negar. –
-
No se chicos, no he venido
preparada y ya sabéis que cuando llego a mi casa los viernes me apetece
descansar y leer un rato. – no sé cómo librarme de esta salida.
-
No, no, y no, tu hoy te vienes de
fiesta con nosotros. – Lucia está totalmente convencida y así ya tengo las de
perder. – con respecto a la ropa…este es otro regalo, esta vez de los dos. Al salir
de aquí nos vamos a ir de compras, después nos cambiaremos, arreglaremos y
cenaremos en casa de Luis. Está todo hablado. –
-
Y ¿sabes qué? Paulita, esta noche
en la disco hay temática de máscaras. – esta emoción de Luis es contagiosa. –
ya sabes que mi casa es tu casa. –
Contra estos dos unidos no hay quien pueda, y además, hoy es mi
cumpleaños, voy a pasármelo bien, un día al año no hace daño ¿no?
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