sábado, 18 de junio de 2016

El Destino de Paula 6

La sexta entrega de la historia. Hoy no os entretengo con chorradas, hoy os dejo solo el capitulo.




-          ¿Paula? ¿Paula García, eres tú? – me pregunta el señor Martínez con voz grave y muy varonil.
-          Sí, soy yo. – contesto con un hilo de voz, los nervios me cierran la garganta. - ¿Ocurre algo? –
-          Eres Paula, de Almería ¿verdad? – asiento hacia el jefe - ¿No te acuerdas de mí? Soy Carlos, Carlos Martínez, fuimos juntos a primaria en el colegio. Éramos los mejores amigos por aquel entonces. –
¡¡NO PUEDE SER!! ¿Carlos? Mi mejor amigo Carlos, el que desapareció sin dar señales de vida, ¿es el dueño de esta empresa? Mi boca se abre de asombro y me quedo en estado de shock. No soy capaz de articular palabra alguna, hasta que Carlos rodea mi mesa, me cierra la boca muy suavemente (si, aun debía tenerla abierta) y me da dos besos. Entonces reacciono y me olvido completamente de donde estoy, de quienes hay alrededor y de los estatus sociales y le doy el abrazo con más añoranza del mundo.
Lo noto tensarse un poco al principio pero rápidamente me corresponde al abrazo.
-          Paula, estoy muy bien así, pero siento decirte que esto no es muy correcto aquí. Podemos quedar otro día y ponernos al día. – me susurra Carlos al oído. Vuelvo a reaccionar y deshago el abrazo pidiendo perdón a los allí presentes y me concentro en mis papeles, bajando la mirada para que nadie note el color rojo carmesí de mi cara.
No me lo puedo creer, Carlos, mi Carlos, digo mi amigo Carlos, es el jefe y dueño de este laboratorio. Que cambiado esta, y que guapo, por cierto, nunca me lo imaginaria así, ha crecido muchísimo, es alto, pelo rubio oscuro o castaño claro, no sabría definirlo bien (de pequeño era rubísimo), ojos color gris-verdoso y tiene un cuerpazo…debe ir al gimnasio porque lo note fuertecito.
Escucho ruido a mi lado y es Lucia dando palmadas para llamar mi atención, cosa que me hace salir de mi shock y traerme de nuevo a la realidad.
-          Pero que calladito te lo tenías, ¿eh pillina? – bromea Luci. - ¿En serio conoces al jefazo?
-          Sí. No. Sí. Bueno algo así. Luego en la comida te cuento. –
-          Vale, pero quiero saberlo todo con pelos y señales. –
El resto de la mañana no atino a hacer mi trabajo, por más que leo y releo los informes, por más que miro por el microscopio, no saco nada en claro, mi mente aún está digiriendo lo que ha pasado.
A las dos de la tarde, yo sigo absorta en mis pensamientos y es Lucia quien me tiene que avisar para ir a comer. Una vez en el restaurante y con la comida delante, noto como Lucia no para de mirarme.
-          ¿Qué? – pregunto después de un tiempo.
-          ¿No tienes nada que contarme, jefecilla? –
-          ¿Cómo que jefecilla? – Luis se suma a la conversación. - ¿Vosotras sabéis algo que yo no? Ve desembuchando Luci, que tú eres la de los cotilleos. –
-          Pues lo último, más reciente y que mola más que nada, es aquí nuestra querida amiga Paula, que es súper amiga del jefazo, que por cierto, se llama Carlos y esta como un tren. Es guapo, guapo. Y ahora quiero que me cuente, bueno, que nos cuente como es que lo conoce. –
-          ¿Sííí? ¡Ay pillina!! Que bien escondido lo tenías ¿eh? – este Luis y sus cosas. – Vaya, vaya, así que el jefazo y tú…ya sabéis ¿no? – Luis hace un gesto con las manos como diciendo que Carlos y yo estamos liados.
-          ¡¡NOOOO!! Por favor Luis, no sé cómo puedes pensar así, me conocéis y sabéis que no soy de esas. – esto se está yendo de las manos, mejor les cuento las cosas como son. – Puff… - resoplo y suspiro. – A ver, por donde empiezo… -
-          Pues por el principio mujer. – Lucia siempre quiere saberlo todo. - ¿Os habéis liado? ¿Lo conoces desde hace mucho? ¿Por qué nunca me hablaste de él? Y lo peor de todo ¿Por qué nunca me lo presentaste? – me atropella a preguntas. Luis está mirándome fijamente para no perderse detalle tampoco, menudos amigos cotillas que tengo.
-          Bueno, por partes. Éramos los mejores amigos en primaria, desde bien pequeños nos conocemos, creo que desde que íbamos a la escuela infantil, pero con diez u once años se fue, desapareció, nadie del barrio supo nunca a donde se fueron su familia y él y yo jamás recibí una carta o una llamada telefónica, nada. Y no, nunca nos hemos liado, éramos muy jóvenes para pensar en esas cosas. – Creo que no podría haberlo resumido mejor.
-          Y ahora…ahora que os habéis reencontrado ¿Qué piensas hacer? –
-          No lo sé Lucia, prácticamente no sé nada de él, ni siquiera sabía si vivía aquí en España o en el extranjero. Ni siquiera sabía si estaba vivo, esto es muy raro. – y es verdad, no sé qué hacer, la relación que teníamos de amistad ya no existe, ¿Qué hago? ¿empezar de cero? ¿y si él no quiere retomar la amistad? Además no creo que se pudiera dar el caso, ahora somos jefe y empleada y sería muy incómodo por mi parte.
La hora que teníamos para comer termina y volvemos al trabajo. Las dos horas que me quedan para salir se me hacen eternas.



Miro el reloj y veo que son las cinco de la tarde ¡¡Por fin!! Hoy ha sido un día muy largo. Recojo los informes, las muestras y todos los cachivaches que tengo por la mesa. Lucia ya viene hacia mí y nos despedimos de Javier. Él aún se quedara un rato, hoy ha tenido el día muy ajetreado.
Jose como siempre tan atento, se despide de nosotras en la puerta.
-          ¿Qué tal ha ido el día señoritas? – ya he dicho que Jose es muy educado.
-          Demasiado largo hoy. – respondo yo resoplando.
-          Muy intenso, lleno de cotilleos y por fin conocimos al jefazo. – Lucia siempre con su optimismo y su alegría.
-          ¿Conocieron al señor Martínez? ¿Y qué les pareció? –
-          ¡Ay Jose! Si yo te contara, es guapísimo, pero aquí la amiga Paula ya lo conocía muy bien de mucho antes. – Luci siempre está cotilleando, no es mala persona, pero no puede tener la boca callada, aunque sabe bien con quien puede hablar y con quién no.
-          ¿Es verdad eso señorita García? –
-          Bueno si Jose, más o menos, es una larga historia y hoy estoy un poco cansada, ¿nos vamos ya Luci? –
-          Que aguafiestas eres, de verdad Paula. Bueno Jose, hasta mañana. Y dale saludos a tu mujer y tus hijas. –
Cuando nos disponíamos a salir por la puerta escucho mi nombre a lo lejos. Lucia y yo nos volteamos para ver quien estaba gritando.

-          ¡¡PAULA!! ¡¡PAULA ESPERA!! - 

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