Capítulo 20
Abro lo ojos y aun esta
oscuro. Me siento un poco desorientada. Miro la hora en el despertador y son
las ¡10 de la mañana! Que tarde es. Hoy he dormido muy bien, pensé que con todo
lo de ayer no dormiría nada, porque estaría dándole vueltas a la cabeza, pero
no ha sido así. Creo que por primera vez entiendo una frase que siempre me
decía mi madre “No hay mejor almohada que
una conciencia tranquila.”
Me levanto de la cama y
hasta me siento con más fuerzas que el resto de la semana. Me aseo y me pongo
unos vaqueros, mis botas sin tacón, una camiseta de “hello kitty” tipo
sudadera. Por suerte, con tantos vómitos, no he engordado apenas y aun no se me
nota nada de barriga.
Cuando entro en la cocina
para desayunar algo, vuelven las dichosas náuseas y tengo que ir rápido al
baño. Adiós a lo que podría quedar en mi estómago de la cena de anoche. Me
limpio bien la boca y me doy con enjuague bucal, no me gusta nada el sabor y la
sensación que quedan después de vomitar.
Vuelvo a la cocina e
intento comerme algunas galletitas saladas, tal como me recomendó el médico, y
tomarme un poco de zumo de naranja para tomarme el ácido fólico. Suena mi
teléfono, miro la pantalla y es Lucia. Ayer llegué a casa tarde, me di una
ducha y me metí en la cama, sin acordarme de llamarla.
-
¡Hola Luci!
Perdona por no avisarte ayer, llegué cansada y me fui a dormir. –
-
¡Buenos días! Te
lo perdono por ser tu Paulita, pero no me vuelvas a dejar así en ascuas,
deseosa de noticias. ¿Qué tal ayer? ¿Quién es el chico misterioso? –
-
No sé si puedo contarte
todo. Tienes que prometerme, que por nada del mundo ¿me oyes? por nada, nada,
se lo puedes decir a nadie, ni comentarlo. Esto se ha convertido en un asunto
muy serio. –
-
Joder Paula, me
estas acojonando. ¿De verdad es tan serio e importante? –
-
Si Lucia, es muy
importante que nadie sepa nada. –
Lucia me promete y
me jura por lo que más quiere que no dirá nada a nadie, pero aun así no le
contare todo.
Le empiezo a
contar que el chico misterioso es Carlos, nuestro jefe, y casi me deja sorda
del grito que pega. Le digo que él se encargara de todo, que se va a hacer
cargo, pero no le cuento lo que me dijo de irme a vivir con él. Lucia se
emociona mucho con mis noticias y me dice que el lunes sin falta hablamos.
Cuelgo después de decirle que tengo que llamar a mi madre para darle la
noticia.
Miro la pantalla
del móvil pensando cómo le contare a mi madre todo esto, barajo varias formas
de empezar como por ejemplo “hola mama, tengo una noticia que darte, vas a ser
abuela” o “mama, no sé cómo te tomaras esto, pero…estoy embarazada”, y nada de
lo que pienso me convence. Es algo muy importante que no debería soltar así sin
más. Ojalá estuviéramos más cerca, quizás cara a cara no me costaría tanto ¿o sí?
Ensimismada me
encuentro cuando suena el timbre de mi casa. Me resulta un tanto extraño, pues
no espero a nadie hoy.
Me acerco a la
puerta y me asomo por la mirilla para ver quién es, ahora tengo que pensar por
dos, lo que me recuerda que tendré que poner un pestillo en esta puerta. Para
mi sorpresa es Carlos, pero… ¿Qué hace aquí? Habíamos quedado en su casa, o eso
pensaba.
-
¡Hola Carlos! ¿Qué
haces aquí? Habíamos quedado en tu casa ¿no? –
-
¡Buenas Paula! –
se me acerca y me da dos besos muy cerca de la comisura de los labios y siento
una corriente eléctrica recorrer todo mi cuerpo – No podía esperar más, y para
que no tengas que conducir, he pensado en recogerte. Y sin ofender, pero mi
coche es más seguro que el tuyo. –
Vale, todo esto no me lo
esperaba. Lo del coche no me ofende, tiene toda la razón, mi coche tiene más
diez años, es bastante viejo y no tiene las seguridades de los coches de ahora,
pero era lo suficientemente barato como para permitírmelo.
Le dejo pasar a mi casa,
no sé qué vamos a hacer ahora.
-
¿Quieres tomar
algo? ¿Agua, coca cola, zumo? No sé, no tengo mucho que ofrecer, apenas cocino
en casa. – le digo.
-
No gracias, no es
necesario. Te iba a preguntar… ¿has pensado lo que te dije ayer? Lo de venirte
a vivir conmigo, para que no estés sola… -
-
Aun no lo sé
Carlos, yo tengo mi rutina, mis manías, recojo todos los días a Lucia para ir
al laboratorio… ni siquiera he podido hablar aun con mi madre, no sé cómo darle
la noticia, no sé cómo se lo tomara. –
-
¿Quieres que la
llame yo? Tal vez si empiezo yo una conversación, no te será tan difícil
decírselo. – la idea de Carlos no me parece tan mala, tampoco es que tenga
muchas más.
-
Está bien,
prepárate, porque no quiero alargarlo mucho más, voy a llamarla ahora. – cojo
mi móvil y busco el número de mi madre y llamo. Le doy a “manos libres” para
que escuchemos los dos. A los dos tonos contesta.
-
¡Hola Paulita!
Vaya, parece que te has tomado en serio eso de llamarme más a menudo. Que
alegría me das hija ¿Cómo estás? –
-
¡Hola Carmela! –
le dice Carlos.
-
¿Hola? ¿Paula?
¿Quién eres tú? ¿Dónde está mi hija? –
-
Tranquila mama,
estoy aquí y estoy bien. –
-
Soy Carlos Martínez.
¿Me recuerda? –
Mi madre se emociona al
escuchar a Carlos y empieza su interrogatorio con él, olvidándose un poco de mí.
Escucho toda su conversación, que no es poca, hasta que Carlos se despide de
ella dándome paso a mí.
-
Bueno mama, esta
llamada es para decirte algo muy importante, quiero que no te pongas nerviosa,
pero… -
-
Estáis juntos
Carlos y tú, por eso me habéis llamado los dos, que alegría me das hija, se os
veía tan bien de pequeños cuando estabais juntos, que ya le decía a tu abuela
que vosotros teníais que acabar juntos… -
-
No, no, no, para
mama, déjame hablar… Carlos y yo nos hemos reencontrado sí, pero no estamos
juntos, no somos novios. Esto es más importante… estoy embarazada. – así sin más
se lo solté, porque si le daba más rodeos mi madre no dejaría de hablar.
-
¿QUEEEEEEEE? ¿He
escuchado bien? ¿Tu…embarazada? Pero… ¿Cómo ha sido eso? Bueno no me tienes que
explicar cómo, se cómo se hacen los niños, pero… ¿Quién es el padre? Se hará
cargo de todo ¿no? Ay hija, ¿desde cuándo lo sabes? – al final esto va a ser más
caótico de lo que pensé.
-
Si mama – le digo
soltando un suspiro – estoy embarazada, tranquila que le padre se hará cargo al
igual que yo, pero por ahora no se si decirte quien es el padre, no quiero que
te de un ataque al corazón con tanta información… -
-
Hija, me dará ese
ataque si no me cuentas todo. Ya que nos vemos tan poquito, prefiero saber cuánta
más información, mejor. –
-
Carmela sigo aquí –
le dice Carlos a mi madre y ella le dice que le perdone todo lo que tiene que
escuchar. – no se preocupe, yo le daré más información, yo soy el padre y
tranquila que cuidare de su hija y del bebe. De hecho, le he pedido que se
venga a vivir conmigo para que no esté sola en esta casa. A ver si usted la
termina de convencer… - no me puedo creer que Carlos le haya soltado eso a mi
madre, ahora sé que ella me dará el coñazo con que me vaya con él.
Todo esto se me esta yendo
de las manos, así que me despido de mi madre prometiéndole que la llamare contándole
toda la evolución del embarazo y que llamare a mi hermano para contárselo. Cuando
termino la llamada, Carlos me mira con cara divertida, lo que no sabe es el
cabreo que me está entrando por haberle dicho eso a mi madre.
-
¿Por qué has
tenido que decirle eso? Sabes que no me dejara tranquila hasta saber que vivo
contigo. Y que sepas que has firmado tu sentencia de muerte con mi madre, ahora
no parara hasta que tú y yo estemos juntos como pareja y con las ganas que
tiene ella de encontrarme pareja… -
-
Paula – suelta una
risotada y me parece que se lo está tomando todo un poco a cachondeo – no te
preocupes por eso ahora, aunque a mí no me importaría hacerle caso a tu madre.
Voy a dar por concluida
esta conversación, sé que por ahora no va a llegar a buen puerto, así que no
malgastare más mi saliva. Le pregunto a Carlos donde quiere ir hoy, y así de
paso cambio de tema. Se vuelve a reír, creo que se ha dado cuenta de mi táctica,
pero me sigue el rollo y me dice que nos vamos a su casa, para estar más
tranquilos y cuadrar un poco los horarios con las próximas citas médicas, etc.
Ya en su casa, puedo
comer algo, parece que las galletitas hacen su efecto, o al acercarme a los
tres meses se me pasas las náuseas. Después de comer me siento un poco cansada,
y se lo hago saber a Carlos. Él como buen chico que es, propone ver una peli en
el sofá y se lo agradezco. Sinceramente no se ni qué película pone, porque me
quedo dormida al momento.
Siento unas cosquillas en
mi nariz, y algo tocándome el pelo y abro mucho los ojos, ya que me siento un
poco desorientada. Veo a Carlos con su hermosa sonrisa.
-
¿Qué tal has
dormido? –
-
Mmmm…muy bien, la
verdad.
El resto de la tarde la
pasamos con su agenda y horarios, ya que, entre el laboratorio, sus reuniones y
las próximas citas médicas que tenga yo, a las que Carlos quiere venir, es un
poco complicado. Pero se nos están ocurriendo varias opciones, de las cuales no
debería enterarse nadie si lo quiero mantener en secreto. Cuando me quiero dar
cuenta ya son las ocho de la tarde-noche y ni me he dado cuenta que Carlos desapareció
hace un rato para ir a ducharse. Me dirijo a la cocina para tomarme un vaso de
agua. Cuando voy a salir me choco un torso desnudo lleno de marcas.
-
Perdona, no te había
visto. – le digo.
-
No te preocupes,
yo tampoco dije nada la entrar. - me susurra.
Carlos agarra mi cara con
sus dos manos con mucha delicadeza y me levanta la mirada para que lo pueda ver
a los ojos y veo como se acerca poco a poco a mí, llegando a juntar sus labios
con los míos. Con este delicado beso me está pidiendo permiso y lo que siento
por mi cuerpo al sentir su contacto, hacen que le corresponda al beso.