Capitulo 18
Como suponía, no he
obtenido respuesta, y ya ha pasado una semana.
Después de enviarle el
mensaje a ojitos verdes, le abrí la puerta a Lucia y lo primero que hizo fue
darme un gran abrazo, lloramos todo lo que pudimos y esa noche se quedó a
dormir conmigo. Pensamos en mil maneras de como contarle a mi madre la noticia
y lo mejor era esperar una respuesta del chico misterioso. O en todo caso
esperare a la primera ecografía. Necesito saber si este bebe tendrá padre o no.
También decidimos que era mejor no decir nada en el trabajo hasta la primera ecografía.
En esta semana he
seguido vomitando todos los días y ya no solo por las mañanas, después de comer
también me pasaba y en el laboratorio Lucia tenía que encubrirme. Se lo contamos
a Luis, pero al estar en otra sección poco puede hacer por mí.
Me hicieron la analítica
en la que tuve un leve mareo debido a que tengo la tensión un poco baja.
Hoy voy a que me
den los resultados y en unas tres semanas más la ecografía. Poco a poco voy concienciándome
y ya tengo ganas de ver a mi bebe.
Le mande un e-mail
a Carlos esta última semana para quedar con él, necesitaba pasar un buen rato
con alguien de mi pasado, pero no me respondió, supongo que tendrá mucho
trabajo por la responsabilidad que tiene ahora y le ha tocado.
-
¡Buenas tardes
señorita García! ¿Cómo se encuentra? – me dice el doctor nada más entrar.
-
¡Buenas tardes! Pues…no
me encuentro muy bien, los vómitos han aumentado y creo que tengo la tensión por
los suelos. –
-
No se preocupe. Lo
vómitos deberían desaparecer a partir del tercer mes de embarazo y ya le queda
menos. La tensión se la voy a medir ahora mismo. Siéntese en la camilla. – me pone
una banda negra en el brazo y empieza a inflarla hasta apretarme, pero sin
hacerme daño y cuando se está desinflando, el medico mira su reloj. – Por ahora
la tienes bien, 10/6, pero si te encuentras algo decaída, tomate unas
galletitas saladas, sobre todo por las mañanas. Van bien para subir la tensión y
controlar un poco las náuseas matutinas. –
Después de eso me dice
los resultados de la analítica. El hierro está bien, no tengo anemia, por lo
que no hace falta que tome nada especifico.
Lo que me llama más la atención
de todo lo que me dice, es que no he pasado la toxoplasmosis, <<una
enfermedad transmitida sobre todo por las heces de gato, aunque también la
puedes contraer mediante la fruta y verdura mal lavada, que se asemeja a una
gripe>> por lo que no podre comer carne cruda (que no me gusta) ni poco
hecha, nada de embutido, ni jamón serrano y tampoco algunos tipos de quesos. Eso
reduce mi lista de alimentos a muy pocos.
El medico también me hace
unas cuantas preguntas, rellena una libretita que me entrega y me dice que la
debo llevar siempre conmigo.
CARLOS:
“¡Hola ojitos verdes! Tengo una mala noticia que darte
¿te acuerdas de la fiesta de máscaras? Esa en la que no usamos protección, pues
adivina…estoy embarazada y tú eres el padre.”
No sé cuántas
veces he leído este mensaje y aun así no puedo creerlo. Claro que había una
posibilidad entre miles y sucedió. No imagine las cosas así para Paula y para mí,
pero ahora tendré que hacerme cargo de ello, he de ser responsable con mis
errores.
Llevo varias
semanas sin apenas dormir, pensando que seré padre, pensando como contarle a Paula
que soy yo, que siempre fui yo. No sé cómo decirle que la apoyare en todo y que
siempre estaré con ella pase lo que pase. ¿Cómo se tomará mi enfermedad?
No me ha llegado
ninguna notificación de ninguna trabajadora embarazada, así que supongo que aún
no ha dicho nada en el trabajo, supongo que por miedo al despido o a las
miradas y reproches de la gente, no sé. Pero mientras yo esté al mando no será despedida.
Me mando hace un
tiempo un e-mail a mí, para quedar, pero no podía hacerlo sabiendo lo que se,
me delataría yo solo y tengo que preparar la situación antes, y eso que muero
de ganas por darle su regalo.
No sé con quien hablar de
todo esto, a mi hermana la tengo informada de todo, hablamos por Skype,
mensaje, e-mail, pero esto es demasiado serio. Y con mi doctor…con él sí debería
hablar porque ¿y si afecta mi enfermedad al bebe? ¿y a Paula? Necesito hacerlo
todo cuanto antes, pues supongo que quedara poco tiempo para la primera ecografía
y me gustaría estar presente.
Es sábado, anoche dormí
un poco mejor, después de tomar una decisión. Desayuno tranquilamente y al
terminar cojo mi teléfono y llamo a mi médico.
-
¡Carlos, buenos días!
¿Te ocurre algo? Solo me llamas para emergencias. –
-
¡Buenos días Mario!
Pues en realidad…no es a mí a quien le pasa algo exactamente, es…se trata de
una chica, una amiga. Veras, siempre me he protegido en mis relaciones, pero
hubo un solo día, una sola vez que no me cuide y ahora ella está embarazada. –
-
¿Sabe ella lo de
tus marcas? –
-
No, no sabe nada. Pero
llevo un tiempo queriendo contarle y ahora con más razón. Pero no sé cómo se lo
tomara. ¿Podría afectar mi enfermedad al bebe y a Paula? –
-
No lo sé Carlos…supongo
que Paula es la chica y madre. Para saber algo debería hacerle unas pruebas y
un análisis especifico a la chica… ¿Paula dijiste? –
-
Si, se llama Paula
García y vive aquí en Madrid. –
-
Paula García…de
que me suena a mi ese nombre… ¡ya se! Esa chica es paciente mío, vino hace más
de dos semanas a mi consulta porque creía que había pillado un virus, pero era
un embarazo lo que tenía. Pero su analítica…estaba todo bien, claro que era la básica.
En dos semanas tengo cita de nuevo con ella para la ecografía y le hare otra analítica
pidiendo unos parámetros específicos para comprobar si le afecta o no. –
-
¿Paula es paciente
tuyo? Sé que todo lo de la consulta es confidencial, pero… ¿Cómo se tomó la
noticia del embarazo? Necesito saber cómo esta ella. –
-
Pues…no te voy a
mentir Carlos, no se lo tomo muy bien, se echó a llorar y cuando le ofrecí el
aborto…me dijo un rotundo NO. –
-
Esa es mi chica. –
esto lo dije más para mí.
Le di las gracias a mi médico
y quedamos en estar en contacto por el bien de Paula y del bebe. Además, me
hizo prometerle que le contaría todo a Paula en este fin de semana. Al colgar
el teléfono, busque un número y mande un mensaje.
“¡Buenos días Paula! Perdona por escribir tan tarde,
he estado asimilando lo que me dijiste. Me gustaría verte, a poder ser hoy,
tengo muchas cosas que contarte y creo que debemos hablar sobre el bebé.
¿Puedes quedar hoy para un café?”
Su respuesta me llega en
poco tiempo.
“¡Hola! ¿No crees que tres semanas es demasiado tiempo
para asimilarlo? Bueno, no importa. Sí, claro que quiero quedar, necesito
aclarar varias cosas contigo. Dime hora y lugar.”
Por su contestación, se
nota que esta enfadad y no se lo reprocho, me merezco eso y más, la he dejado
sola mucho tiempo. Y sé que se enfadara más, pero ya no puedo echarme atrás. Le
mando otro mensaje con la dirección de mi casa y la hora, prefiero estar en
privado, para que esta vez compruebe por ella misma lo que me pasa y vea todo
con sus propios ojos.
PAULA:
Recibo un mensaje
de ojitos verdes, ¡3SEMANAS! Ese tiempo ha tardado en contestar. Estoy enfadada
con él por muchas cosas, pero por esto…al menos se ha dignado a quedar conmigo.
Aunque la dirección que me ha dado no creo que sea de ninguna cafetería, pero iré.
Llamo a Lucia para
contarle lo nuevo, más que nada porque necesito liberar tensiones y mi enfado y
porque solo ella y Luis saben de mi embarazo.
A medio día no me
entra nada en el cuerpo de comer, así que picoteo algo que tenga por la cocina
y los armarios, los nervios no son los únicos que me juegan malas pasadas, a
ellos se les unen las náuseas del embarazo.
A las 17:30 horas
salgo de casa y pongo la dirección en el GPS del móvil y veo que es una zona
residencial, una urbanización. Cuando estoy llegando, compruebo que todo son
casa, más que casas ¡son chalets! Con grandes parcelas. No sé quién será ojitos verdes, pero si vive
por aquí debe ser adinerado. Solo espero que no me haya citado para ofrecerme
dinero a cambio de abortar, porque sería el colmo.
Llego a la verja
donde pone el número que me indica el GPS y es una casa bastante grande, con
cinco o seis habitaciones y un gran jardín. Fuera hay un coche que me resulta
familiar. Como la reja está abierta, entro y me acerco a la puerta de entrada. Con
mano temblorosa por los nervios toco el timbre. Estoy tan nerviosa que creo que
voy a marearme, cuando siento que se abre la puerta y al ver quien hay detrás de
ella, mi cuerpo no aguanta más y caigo desplomada volviéndose todo negro.
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