viernes, 2 de septiembre de 2016

El Destino de Paula 17



Capitulo 17


Entro corriendo al baño y llego al inodoro justo cuando sale toda la cena de anoche por mi boca, o lo que yo creo es la cena.

Ayer se fue mi hermano y también cuando comencé a vomitar, pero ya tengo cita para el medico esta tarde.

Después de la cabalgata solo tuve dos días para enseñarle a Fernando todo lo que quería, pero no pudo ser todo, ya que mi malestar iba en aumento y siempre estaba cansada y con sueño a pesar que dormía muy bien. La cajita que nos dio mi madre, era una pulsera de plata en mi caso y de cuero en el caso de Fernando, con una placa en la que ponía nuestro nombre por un lado y por el otro esta inscripción: “Hay personas que hacen del mundo un lugar especial con solo estar en él”. Fue un detalle muy bonito de su parte y la llamamos al momento de ponérnoslas.

 

Me limpio bien la boca y me lavo lo dientes, usando un enjuague bucal de menta fuerte, no voy a desayunar, no me entra nada de comida. Y lo peor, hoy tengo que volver al trabajo, se acabaron las vacaciones. Me arreglo como cada día, cojo mi portátil y mis cosas y salgo. Voy a por Lucia como siempre.

-          Que mala cara Paula ¿estás bien? ¿aun sigues con malestar? –

-          Que va tía, voy peor, ayer empecé a vomitar y esta mañana también. Pero esta tarde voy al médico, ya tengo cita. –

-          Si quieres te acompaño Paulita, no tengo nada que hacer. –

-          No te preocupes Luci, seguro que no es nada grave. Habré pillado algún virus, con un poco de medicación, dieta blanda y un pinchazo de “primperan” será suficiente. –

Qué extraña sensación y agradable a la vez, se me hace la vuelta al trabajo. Jose el vigilante nos saluda felicitándonos las fiestas y preguntando por mi mala cara.

-          ¿Soy yo o aquí huele demasiado a desinfectante? Y Jose el de seguridad parece que se haya bañado en perfume. –

-          No seas exagerada Paula, Jose huele como siempre, y con respecto al desinfectante…yo no huelo nada. –

-          Pues a mí me llega hasta el olor a comida del restaurante y me está entrando una angustia… -

Al rato de estar en el laboratorio, aparece Javier, que por la cara que trae ha estado de reunión.

-          ¡Hola Paula! – se acerca a mí, me da dos besos y me felicita las fiestas. - ¿Estas bien? Tienes mala cara. –

-          Si bueno, hoy todos me dicen lo mismo. No, no me encuentro muy bien, llevo unos días así, pero esta tarde voy al médico, no te preocupes. –

-          Si necesitas algo o te encuentras peor y quieres descansar, ya sabes dónde estoy, me lo dices y no hay problemas. –

Le doy las gracias, saluda a los demás con la mano y se va a su despacho. Las horas pasan muy lentas o eso me lo parece a mí, porque el tiempo para la hora de la comida se me hace eterno.

En el restaurante, que es algo así como un “bufet libre”, Luis me pregunta lo mismo que todos en el laboratorio hoy y le contesto lo mismo que le he dicho a todos.

No tengo gran apetito, pero sé que debo comer algo, así que me cojo una sopita de pollo. Es algo ligero que espero que me siente bien.

 

 

La tarde pasa algo más rápida y sin darme cuenta ya me estoy yendo con Lucia, dejándola en su casa.

-          ¿De verdad no quieres que te acompañe? –

-          En serio, no hace falta, no pasa nada Luci. Cuando llegue a casa te llamo y te cuento. –

 

Llego a la consulta del médico y solo tengo que esperar unos 15 minutos cuando me llaman.

-          ¡Buenas tardes! Soy el Dr. Fernández, Mario Fernández. Paula García ¿verdad? – me tiende la mano para que se la estreche y eso hago. - ¿Qué le ocurre? –

-          ¡Buenas tardes! Si soy yo. Pues…vera, llevo varios días con malestar y nauseas, y dos días vomitando por la mañana. –

-          ¿Has tenido fiebre o calambres estomacales? –

-          No, nada de eso. También me siento muy cansada últimamente a pesar que duermo muy bien. –

-          Mmm… - se toca la barbilla pensando. Es un hombre mayor, unos cincuenta años tendrá, con el pelo canosillo y una barba corta. - ¿Cuándo tuviste tu último periodo? –

-          Pues… - ¡Ay madre mía! No puede ser, no me había percatado de ello. – Pues…el 20 de noviembre me vino la última. – agacho la cabeza, no sé cómo no me di cuenta antes de que no me había bajado la regla, pero…si yo siempre uso protección…

-          ¿Cree usted que pueda estas embarazada? –

-          No creo, siempre he usado preservativo… -

-          Pero sabes usted que existe un 1% de probabilidad de fallo. Le vamos a hacer una prueba de embarazo para descartarlo ¿de acuerdo? –

-          Está bien, aunque no creo que pueda… - dejo la frase a medias porque a mi mente vienen imágenes de la fiesta de mi cumpleaños, ahí no use protección ¡OH NO! ¡Esto no me puede estar pasando a mí!

-          No se preocupe señorita García, dele este papel a la chica del mostrador y le indicara lo que debe hacer. Cuando termine, viene de nuevo. –

En el mostrador me dan un bote para hacer pis y se lo lleve a la enfermera con el papel. Hago lo que me piden, le entrego el bote y el papel a la enfermera y ella mete un palito en el líquido y de repente aparecen dos rayitas rojas bien definidas y me temo lo peor porque sé que significan. La enfermera apunta algo en el papel y me lo da para volver a la consulta.

-          Como habrá visto señorita García, es positivo y como le he dicho existe un 1% de… -

-          NO – le interrumpo – No hay fallo, hubo una vez que no use protección, en una fiesta en la que bebí un poco de mas, todo paso muy deprisa, no reaccione con rapidez y no tengo excusa. – para entonces las lágrimas contenidas ya están rodando por mis mejillas.

-          No se preocupe señorita, solo tiene que hablar con el padre de la criatura y decidir si quieren seguir adelante con el embarazo o…abortar. – el medico se ha puesto muy serio y lo último le ha costado más de la cuenta decirlo.

-          No, no y no, nada de aborto. No puedo hacer eso. Seguiré adelante con el embarazo, aunque sea yo sola. – no sé cómo lo voy a hacer.

-          En ese caso déjeme darle la enhorabuena señorita – parece que se le dibuja una media sonrisa en la cara. – y las siguientes pautas a seguir, porque está usted de unas 8 semanas, dos meses aproximadamente. – el medico sigue hablándome, pero yo he desconectado y dejado de escucharle, solo veo que me da una serie de recetas y un par de hojas, la que explica como tomarme las vitaminas y la otra para hacerme una analítica.

-          Bueno señorita García, pida cita en mostrador para la analítica y una semana después para darle los resultados, y también le darán la cita para la primera ecografía a las 12 semanas. Nos vemos señorita. – me vuelve a tender la mano para estrechármela.

Salgo de la consulta de manera mecánica, doy las hojas a la chica del mostrador y asiento cuando me hace un par de preguntas que no escucho. Me da otro par de papeles que cojo y me llevo a casa.

 

Al llegar no sé qué hacer ¿Cómo se lo digo a mi madre? ¿Cómo se lo tomara? Y ¿Le digo algo a ojitos verdes? Apenas lo conozco, no sé si decirle lago o no ¿Qué hago?

El sonido de mi móvil me saca de mis pensamientos y me regresa a la realidad. Miro la pantalla y es Lucia. Descuelgo sin decir nada.

-          ¿Paula? ¿Estás ahí? ¿Ocurre algo? Me tenías preocupada, dijiste que me llamarías al llegar a casa. ¿Qué te ha dicho el medico? – Lucia habla sin parar.

-          Estoy embarazada – le suelto de forma mecánica, así sin anestesia ni nada.

-          ¿QUEEEE? Estas de coña ¿no? Venga, dime que te ha dicho el médico. –

-          Me ha hecho una prueba de embarazo que ha resultado positiva y resulta que el padre es el misterioso ojitos verdes. – le digo de carrerilla y cuelgo.

No tengo el cuerpo para sermones, ni gritos, ni nada. Le quito el sonido al teléfono para no escucharlo y me dirijo a darme un baño. Necesito limpiarme todo esto que tengo encima, me siento sucia y necesito despejar la mente para pensar con claridad.

Mientras estoy en la bañera oigo el timbre y porrazos en la puerta, y como se quién es, decido no moverme de donde estoy.

Cuando llevo un rato sin escuchar ruido en la puerta de entrada decido salir de la bañera y secarme, no me gusta lo que se le pueda pasar por la cabeza a Lucia, es capaz de escalar la casa solo para entrar. Me pongo el pijama y miro el móvil ¡20 llamadas! Todas de Lucia y unos 30 mensajes. Los leeré después cuando le abra la puerta, pero lo primero que hago es mandarle un mensaje a ojitos verdes:

 

“¡Hola ojitos verdes! Tengo una mala noticia que darte ¿te acuerdas de la fiesta de máscaras? Esa en la que no usamos protección, pues adivina…estoy embarazada y tú eres el padre.”


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