Capitulo 22
Después de ese beso, nos
fuimos a comer y pasamos la tarde en casa de Carlos. Me ha dejado ocupar la
habitación de invitados, que es más grande y tiene baño propio. En el armario
solo había sabanas y toallas limpias, pero había mucho espacio para colocar las
cosas que me lleve. Cenamos juntos y nos acostamos tempranito, cada uno en su
cama y sinceramente, dormí bastante bien a pesar de no ser mi habitación.
Vamos camino del
laboratorio, en el coche de Carlos y hemos recogido a Lucia, ella va toda
emocionada. Al final le comenté a Carlos el tema de Lucia, y él se ofreció a
llevarnos a las dos, aunque ello suponga un cambio de dirección y el desviarnos
del camino.
- - Tengo una
curiosidad. – nos dice Lucia rompiendo el silencio que se había formado en el
coche. - ¿Al final vosotros dos estáis juntos? Porque Paula no quiere decirme
si sí o si no, no suelta mucha prenda últimamente. –
- - Pues…todo depende
de lo que quiera Paula. Yo le he dicho que la voy a apoyar en todo el embarazo
y que quiero estar presente cuando nazca el bebe, pero tampoco quiero
agobiarla, si ella no quiere una relación seria ahora. Esperare lo que haga
falta. –
- - ¡¡OH!! Pero qué
bonito. Paula, yo que tu aprovechaba, que un hombre que te diga esas cosas no
lo encuentras por ningún sitio en estos tiempos. –
- - ¿Podemos cambiar
de tema? – les digo – Sabéis que no me gusta mucho hablar de estos temas y
menos ahora. Cada uno sabe lo que tiene que saber sobre lo que pienso y siento.
Y tu Lucia, deja de ser tan cotilla. –
- - Va a ser verdad
eso que dicen de las hormonas y los embarazos, que arisca estas hoy Paulita.
Oye, ¿has hablado con tu hermano? Ayer hable con él y no me comento nada de ti,
así que tampoco le dije nada. –
- - Aun no lo he
llamado. Espero que no se lo tome tan mal. Esta semana lo llamare. ¿Y tú que
haces hablando con mi hermano? –
Lucia se ríe, con esa
risa nerviosa de adolescente enamorada. Me dice que aún no hacen nada, pero que
mi hermano antes de irse le pidió su teléfono y que algunas veces la ha
llamado. Que solo se están conociendo. Ya tengo otra excusa para llamar a mi
hermano.
Esta semana pasa mucho más
rápido de lo que esperaba. Las náuseas han disminuido mucho, la ropa empieza a
apretarme un poco y se me empieza a notar una pequeña curvatura en la tripa. En
breve tengo la visita al médico para la ecografía de las 12 semanas. La
convivencia con Carlos esta yendo mejor de lo que pensaba, la verdad, él
trabaja mucho por las tardes desde casa y a la hora de que le salgan las
marcas, se mete en su baño y pone música un poco alta para que no lo escuche.
Hable con mi hermano.
Primero le comenté sobre Lucia…
- - ¡¡Hola Nando!!
¿Qué tal te va todo? –
- - ¡Hola Paulita!
Como es que me llamas, ¿ha pasado algo? –
- - No, no, no pasa
nada. O bueno si… ¿Qué hay entre mi amiga Lucia y tú? Porque ella me ha dicho
que habéis estado hablando desde que te fuiste de aquí. Parece que has
encontrado a la indicada ¿no? -Vaya pillín estas hecho… -
- - Eh…bueno si,
hablamos algunas veces, pero solo nos estamos conociendo mejor, pero te voy a
ser sincero, tu amiga me gusta y no descarto nada para cuando vuelva a Madrid,
que de echo me gustaría ir dentro de un mes o así, para los carnavales. –
- - ¿Vienes? – me ha
sorprendido su respuesta. Ahora si o si tengo que decírselo. – Tengo que
contarte una cosa, espero que estés sentado. –
- - ¿Qué pasa Paula?
Me estas asustando… -
- - No es nada malo…eh…no
sé cómo decírtelo… - inspiro profundamente para prepararme y expiro soltando
todo el aire cogido. – Estoy embarazada. –
- - ¿QUE? ¿Es verdad?
No será una broma de las tuyas ¿no? El día de los santos inocentes ya paso
Paula… -
- - Si Nando, es
verdad, esta vez no es ninguna broma, estoy embarazada y de casi tres meses. De
eso eran tantos vómitos por la mañana. –
Seguimos hablando un rato
más, y le conté todos los cambios que había hecho en mi vida. En parte se
alegra por mí, en parte le molesta no conocer al padre, pero le prometí que
cuando venga se lo presentare.
El sábado llega y Carlos
me dice que me prepare, que este fin de semana nos vamos al campo. No sé si
tengo cuerpo para estar dos días por el campo y dormir en tienda de campaña, y
se lo hago saber a Carlos.
- - Carlos, no sé si
me apetece pasar el fin de semana en el campo. Últimamente tengo mucho sueño y
dormir en tienda de campaña…no sé si descansaré. –
- - No te preocupes
Paula, no vamos a dormir en tienda de campaña. He reservado habitación en un
parador que esta entre Madrid y Toledo, así que podrás descansar. Y solo
haremos un par de excursiones. –
- - ¿Una habitación? Deberías
coger dos habitaciones, yo no estoy aun preparada para compartir cama. Perdóname
por esto Carlos, pero quiero ir despacio, y que las cosas fluyan a su ritmo. –
- - Tranquila preciosa,
la habitación es como un pequeño apartamento que tiene sofá-cama, yo dormiré en
él. –
Preparo mi bolsa con un
par de mudas y mis cosas de aseo. Me vendrá bien respirar un poco de aire puro.
La semana que entra tengo la primera ecografía y me estoy poniendo nerviosa.
En el coche,
Carlos pone algo de música, y yo cierro mis ojos para escucharla, ya que vamos
en silencio los dos. Este hombre, por ahora, está cumpliendo todo lo que me ha
dicho de esperar y dejarme mi espacio.
No le he hablado
del dinero que costara hospedarnos allí, pero le daré una parte de mi sueldo
para todos mis gastos en la casa y demás.
No sé en qué
momento me quede dormida.
- -Paula, despierta,
ya hemos llegado. – siento que me susurran al oído.
Abro poco a poco los
ojos, la luz del sol me da de lleno en la cara y me cuesta abrirlos. Al hacerlo
veo que estamos en un pueblo de esos que las casa tienen la fachada de piedra,
con chimeneas, adoquines en el suelo y plantas con flores colgando de los
balcones. Aunque aún estemos en invierno, hay plantas que dan flores y es un
paisaje muy bonito. Al salir noto como se me congela la cara y siento el frio
invernal que se hace más notable en los pueblos de la sierra. Carlos lo nota y
me pone rápidamente mi abrigo por encima.
- - Gracias. No sabía
que aquí hacia tanto frio. Pero esto es… ¡precioso! –
Carlos coge las bolsas y
nos adentramos en lo que supongo es una recepción. Tiene varios sillones y sofás,
un mostrador donde va Carlos a registrarse. Al fondo una chimenea con más
sillones, con el fuego encendido y me acerco a calentarme un poquito las manos.
A mi derecha puedo ver un pasillo que conduce al restaurante, y una barra de
bar donde sirven copas y café. Del pasillo viene un olor a comida casera que
abre el apetito y siento como me ruge el estómago del hambre.
- - Parece que estas
muy a gusto aquí ¿no? – me dice Carlos sorprendiéndome.
- - Siempre me ha
gustado sentarme frente a una hoguera y relajarme con el crispar del fuego. Y si
le añades este rico olor, mucho mejor. Tengo hambre Carlos ¿podemos comer ya? –
- - Subamos primero
las bolsas al a habitación y bajamos a comer. Y después dejo a tu elección salir
a ver el pueblo o descansar. Aunque yo elegiría salir, has dormido casi todo el
viaje. – su risa se hace bastante sonora. Asiento y le sigo por las escaleras
hasta el primer piso.
- - Veo que has
pensado en todo. Has pedido el primer piso para que yo no tenga que subir
muchas escaleras. Pero he decirte una cosa, no estoy invalida, ni lesionada,
solo es un embarazo y puedo andar y subir y bajar escaleras. Pero gracias de
todas maneras. –
Carlos solo sonríe y abre
la puerta, apartándose para dejarme entrar primero. A primera vista la habitación
es preciosa. Rustica, pero hogareña, con una pequeñita chimenea en el rincón. No
sé si se podrá usar, ya que las habitaciones tienen calefacción y ésta solo está
de adorno. La primera estancia tiene un sofá con una televisión enfrente y detrás
del sofá hay una puerta doble que da a la habitación. La cama debe ser una “King
size” porque es enorme. También hay una televisión, algo más pequeña que la de
la primera estancia. Un armario de madera, estilo antiguo donde dejamos
nuestras cosas y donde hay toallas limpias. Al a izquierda está el baño, con
una bañera de grandes dimensiones, un plato de ducha donde entrarían cuatro
personas perfectamente, un lavabo doble y el W.C. con puerta.
Después de admirarlo
todo, Carlos me coge de la mano para guiarme al restaurante y al ser un gesto
que bien podría ser amistoso, le dejo hacer.
Hemos comido muy
bien y para reposar un poco, nos hemos tomado un café, el mío sin cafeína.
Estamos dando un
paseo por el pueblo, que por sus características debe tener una buena historia,
que me gustaría saber. Vamos cogidos de la mano, y es algo que no me molesta,
me agrada. Carlos va explicándome algunas cosas que vamos viendo, pero no le
estoy prestando mucho la atención, estoy metida de lleno en mis pensamientos. Hoy
he sentido algo por mi cuerpo al ir de la mano con él y creo que son
sentimientos más fuertes que una simple amistad. Todo esto me da miedo, cuando
estuve saliendo con Gonzalo en el instituto no sentía lo mismo, me gustaba
estar con él, pero no sentía la necesidad de tocarlo a cada momento, o besarlo,
y ahora empiezo a sentir todo eso con Carlos. Tengo ganas de abrazarlo, de
besarlo, pero no quiero parecer una desesperada.
- - Paula… ¿Paula? – siento
algo moverse delante de mí, y es la mano de Carlos.
- - Si, si, dime. ¿Pasa
algo? –
- - ¿Te pasa algo a ti?
Estaba contándote cuando mis padres nos trajeron aquí a mi hermana y a mí en
uno de los viajes que podíamos hacer en familia, ya que mis padres trabajaban
mucho y no tenían ni vacaciones y de repente te has quedado parada. – Carlos me
mira con preocupación.
- - ¡Ah! No es nada. Solo
estaba pensando cosas. No ha sido nada. Continuemos. –
- - ¿Segura que estas
bien? Si estas cansada podemos volver a la habitación y ya paseamos mañana. –
- - No. No, seguro que
estoy bien. Vamos a terminar este paseo y nos vamos antes de que te salga nada.
Solo estaba pensando… -
- - ¿En qué pensabas? No
será sobre mi… ¿es algo malo? –
- - No, no es nada
malo. Pero si tiene que ver contigo…no me has soltado la mano desde que salimos…
-
- - Lo siento Paula. No
me había dado cuenta, estaba tan a gusto así…perdona si te ha incomodado… -
- - No es eso Carlos…ese
gesto me ha…me gusta en realidad. No me incomoda para nada, de hecho…no quiero
que me sueltes. – siento de repente un calor en mi cara y se por su sonrisa que
me he puesto colorada. Para ocultar un poco mi vergüenza, agacho la cabeza.
Carlos coge mi mano de nuevo y la besa acercándome a él, para acabar dándome un
suave abrazo que le correspondo.
Después de eso, seguimos
nuestro paseo y aunque él sigue contándome cosas, yo no puedo escucharle, solo
puedo mirarle con ojos de deseo. Nunca nadie me ha tratado así ni me ha hecho
sentir tan bien. Los únicos hombres en mi vida que me han tratado bien han sido
mi padre y mi hermano.
Acaba de salir Carlos de
la ducha, presentándose en el saloncito solo con una toalla a la cintura.
- - Ya puedes darte un
baño Paula. –
- - Está bien, voy a
preparar la bañera. – hoy me apetece relajarme después del paseo con un baño,
sumergirme en el agua y dejar la mente en blanco.
- - ¿Te ayudo? –
Carlos se ha quedado en el umbral de la puerta del baño y sigue sin vestir,
solo con la toalla. Me está resultando un tanto difícil no mirarle, tiene un
buen cuerpo y al estar solo con la toalla, sé que no lleva nada debajo y eso me
está poniendo a cien. No sé si podre relajarme con tal escultura mirándome.
- - Puedo sola. Puedes
vestirte…si quieres… - me estoy poniendo nerviosa y no sé por qué, si ya nos
hemos visto sin ropa.
- - Ok Paula. Te espero
en la salita para pedir la cena. –
- - Espera Carlos…yo…me
gustaría…solo si quieres… - no sé por qué me cuesta tanto decir esto. – no quisiera
bañarme sola. –
- - ¿Me estas pidiendo
que me bañe contigo? – se le acaba de iluminar la cara con una sonrisa de oreja
a oreja. Asiento porque no me salen las palabras. – Pensé que nunca lo dirías,
me acabas de hacer un hombre un poco más feliz. – viene hacia mí y me abraza. Al
separarnos deja su frente pegada a la mía. - ¿Estas segura que quieres esto? –
asiento de nuevo mordiéndome el labio inferior. Carlos dirige su mirada a mi
labio y se lo que va a hacer a continuación.
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