domingo, 9 de octubre de 2016

El Destino de Paula 22





Capitulo 22


Después de ese beso, nos fuimos a comer y pasamos la tarde en casa de Carlos. Me ha dejado ocupar la habitación de invitados, que es más grande y tiene baño propio. En el armario solo había sabanas y toallas limpias, pero había mucho espacio para colocar las cosas que me lleve. Cenamos juntos y nos acostamos tempranito, cada uno en su cama y sinceramente, dormí bastante bien a pesar de no ser mi habitación.
Vamos camino del laboratorio, en el coche de Carlos y hemos recogido a Lucia, ella va toda emocionada. Al final le comenté a Carlos el tema de Lucia, y él se ofreció a llevarnos a las dos, aunque ello suponga un cambio de dirección y el desviarnos del camino.
-          - Tengo una curiosidad. – nos dice Lucia rompiendo el silencio que se había formado en el coche. - ¿Al final vosotros dos estáis juntos? Porque Paula no quiere decirme si sí o si no, no suelta mucha prenda últimamente. –
-        -  Pues…todo depende de lo que quiera Paula. Yo le he dicho que la voy a apoyar en todo el embarazo y que quiero estar presente cuando nazca el bebe, pero tampoco quiero agobiarla, si ella no quiere una relación seria ahora. Esperare lo que haga falta. –
-        -  ¡¡OH!! Pero qué bonito. Paula, yo que tu aprovechaba, que un hombre que te diga esas cosas no lo encuentras por ningún sitio en estos tiempos. –
-       -   ¿Podemos cambiar de tema? – les digo – Sabéis que no me gusta mucho hablar de estos temas y menos ahora. Cada uno sabe lo que tiene que saber sobre lo que pienso y siento. Y tu Lucia, deja de ser tan cotilla. –
-         - Va a ser verdad eso que dicen de las hormonas y los embarazos, que arisca estas hoy Paulita. Oye, ¿has hablado con tu hermano? Ayer hable con él y no me comento nada de ti, así que tampoco le dije nada. –
-        -  Aun no lo he llamado. Espero que no se lo tome tan mal. Esta semana lo llamare. ¿Y tú que haces hablando con mi hermano? –
Lucia se ríe, con esa risa nerviosa de adolescente enamorada. Me dice que aún no hacen nada, pero que mi hermano antes de irse le pidió su teléfono y que algunas veces la ha llamado. Que solo se están conociendo. Ya tengo otra excusa para llamar a mi hermano.


Esta semana pasa mucho más rápido de lo que esperaba. Las náuseas han disminuido mucho, la ropa empieza a apretarme un poco y se me empieza a notar una pequeña curvatura en la tripa. En breve tengo la visita al médico para la ecografía de las 12 semanas. La convivencia con Carlos esta yendo mejor de lo que pensaba, la verdad, él trabaja mucho por las tardes desde casa y a la hora de que le salgan las marcas, se mete en su baño y pone música un poco alta para que no lo escuche.
Hable con mi hermano. Primero le comenté sobre Lucia…
-       -   ¡¡Hola Nando!! ¿Qué tal te va todo? –
-         - ¡Hola Paulita! Como es que me llamas, ¿ha pasado algo? –
-        -  No, no, no pasa nada. O bueno si… ¿Qué hay entre mi amiga Lucia y tú? Porque ella me ha dicho que habéis estado hablando desde que te fuiste de aquí. Parece que has encontrado a la indicada ¿no? -Vaya pillín estas hecho… -
-        -  Eh…bueno si, hablamos algunas veces, pero solo nos estamos conociendo mejor, pero te voy a ser sincero, tu amiga me gusta y no descarto nada para cuando vuelva a Madrid, que de echo me gustaría ir dentro de un mes o así, para los carnavales. –
-        -  ¿Vienes? – me ha sorprendido su respuesta. Ahora si o si tengo que decírselo. – Tengo que contarte una cosa, espero que estés sentado. –
-        -  ¿Qué pasa Paula? Me estas asustando… -
-        -  No es nada malo…eh…no sé cómo decírtelo… - inspiro profundamente para prepararme y expiro soltando todo el aire cogido. – Estoy embarazada. –
-        -  ¿QUE? ¿Es verdad? No será una broma de las tuyas ¿no? El día de los santos inocentes ya paso Paula… -
-       -   Si Nando, es verdad, esta vez no es ninguna broma, estoy embarazada y de casi tres meses. De eso eran tantos vómitos por la mañana. –
Seguimos hablando un rato más, y le conté todos los cambios que había hecho en mi vida. En parte se alegra por mí, en parte le molesta no conocer al padre, pero le prometí que cuando venga se lo presentare.


El sábado llega y Carlos me dice que me prepare, que este fin de semana nos vamos al campo. No sé si tengo cuerpo para estar dos días por el campo y dormir en tienda de campaña, y se lo hago saber a Carlos.
-         - Carlos, no sé si me apetece pasar el fin de semana en el campo. Últimamente tengo mucho sueño y dormir en tienda de campaña…no sé si descansaré. –
-        -  No te preocupes Paula, no vamos a dormir en tienda de campaña. He reservado habitación en un parador que esta entre Madrid y Toledo, así que podrás descansar. Y solo haremos un par de excursiones. –
-       -   ¿Una habitación? Deberías coger dos habitaciones, yo no estoy aun preparada para compartir cama. Perdóname por esto Carlos, pero quiero ir despacio, y que las cosas fluyan a su ritmo. –
-       -   Tranquila preciosa, la habitación es como un pequeño apartamento que tiene sofá-cama, yo dormiré en él. –
Preparo mi bolsa con un par de mudas y mis cosas de aseo. Me vendrá bien respirar un poco de aire puro. La semana que entra tengo la primera ecografía y me estoy poniendo nerviosa.
En el coche, Carlos pone algo de música, y yo cierro mis ojos para escucharla, ya que vamos en silencio los dos. Este hombre, por ahora, está cumpliendo todo lo que me ha dicho de esperar y dejarme mi espacio.
No le he hablado del dinero que costara hospedarnos allí, pero le daré una parte de mi sueldo para todos mis gastos en la casa y demás.


No sé en qué momento me quede dormida.
-          -Paula, despierta, ya hemos llegado. – siento que me susurran al oído.
Abro poco a poco los ojos, la luz del sol me da de lleno en la cara y me cuesta abrirlos. Al hacerlo veo que estamos en un pueblo de esos que las casa tienen la fachada de piedra, con chimeneas, adoquines en el suelo y plantas con flores colgando de los balcones. Aunque aún estemos en invierno, hay plantas que dan flores y es un paisaje muy bonito. Al salir noto como se me congela la cara y siento el frio invernal que se hace más notable en los pueblos de la sierra. Carlos lo nota y me pone rápidamente mi abrigo por encima.
-        -  Gracias. No sabía que aquí hacia tanto frio. Pero esto es… ¡precioso! –
Carlos coge las bolsas y nos adentramos en lo que supongo es una recepción. Tiene varios sillones y sofás, un mostrador donde va Carlos a registrarse. Al fondo una chimenea con más sillones, con el fuego encendido y me acerco a calentarme un poquito las manos. A mi derecha puedo ver un pasillo que conduce al restaurante, y una barra de bar donde sirven copas y café. Del pasillo viene un olor a comida casera que abre el apetito y siento como me ruge el estómago del hambre.
-        -  Parece que estas muy a gusto aquí ¿no? – me dice Carlos sorprendiéndome.
-        -  Siempre me ha gustado sentarme frente a una hoguera y relajarme con el crispar del fuego. Y si le añades este rico olor, mucho mejor. Tengo hambre Carlos ¿podemos comer ya? –
-        -  Subamos primero las bolsas al a habitación y bajamos a comer. Y después dejo a tu elección salir a ver el pueblo o descansar. Aunque yo elegiría salir, has dormido casi todo el viaje. – su risa se hace bastante sonora. Asiento y le sigo por las escaleras hasta el primer piso.
-         - Veo que has pensado en todo. Has pedido el primer piso para que yo no tenga que subir muchas escaleras. Pero he decirte una cosa, no estoy invalida, ni lesionada, solo es un embarazo y puedo andar y subir y bajar escaleras. Pero gracias de todas maneras. –
Carlos solo sonríe y abre la puerta, apartándose para dejarme entrar primero. A primera vista la habitación es preciosa. Rustica, pero hogareña, con una pequeñita chimenea en el rincón. No sé si se podrá usar, ya que las habitaciones tienen calefacción y ésta solo está de adorno. La primera estancia tiene un sofá con una televisión enfrente y detrás del sofá hay una puerta doble que da a la habitación. La cama debe ser una “King size” porque es enorme. También hay una televisión, algo más pequeña que la de la primera estancia. Un armario de madera, estilo antiguo donde dejamos nuestras cosas y donde hay toallas limpias. Al a izquierda está el baño, con una bañera de grandes dimensiones, un plato de ducha donde entrarían cuatro personas perfectamente, un lavabo doble y el W.C. con puerta.
Después de admirarlo todo, Carlos me coge de la mano para guiarme al restaurante y al ser un gesto que bien podría ser amistoso, le dejo hacer.

Hemos comido muy bien y para reposar un poco, nos hemos tomado un café, el mío sin cafeína.
Estamos dando un paseo por el pueblo, que por sus características debe tener una buena historia, que me gustaría saber. Vamos cogidos de la mano, y es algo que no me molesta, me agrada. Carlos va explicándome algunas cosas que vamos viendo, pero no le estoy prestando mucho la atención, estoy metida de lleno en mis pensamientos. Hoy he sentido algo por mi cuerpo al ir de la mano con él y creo que son sentimientos más fuertes que una simple amistad. Todo esto me da miedo, cuando estuve saliendo con Gonzalo en el instituto no sentía lo mismo, me gustaba estar con él, pero no sentía la necesidad de tocarlo a cada momento, o besarlo, y ahora empiezo a sentir todo eso con Carlos. Tengo ganas de abrazarlo, de besarlo, pero no quiero parecer una desesperada.
-        -  Paula… ¿Paula? – siento algo moverse delante de mí, y es la mano de Carlos.
-        -  Si, si, dime. ¿Pasa algo? –
-         - ¿Te pasa algo a ti? Estaba contándote cuando mis padres nos trajeron aquí a mi hermana y a mí en uno de los viajes que podíamos hacer en familia, ya que mis padres trabajaban mucho y no tenían ni vacaciones y de repente te has quedado parada. – Carlos me mira con preocupación.
-        -  ¡Ah! No es nada. Solo estaba pensando cosas. No ha sido nada. Continuemos. –
-        -  ¿Segura que estas bien? Si estas cansada podemos volver a la habitación y ya paseamos mañana. –
-        -  No. No, seguro que estoy bien. Vamos a terminar este paseo y nos vamos antes de que te salga nada. Solo estaba pensando… -
-         - ¿En qué pensabas? No será sobre mi… ¿es algo malo? –
-        -  No, no es nada malo. Pero si tiene que ver contigo…no me has soltado la mano desde que salimos… -
-        -   Lo siento Paula. No me había dado cuenta, estaba tan a gusto así…perdona si te ha incomodado… -
-        -  No es eso Carlos…ese gesto me ha…me gusta en realidad. No me incomoda para nada, de hecho…no quiero que me sueltes. – siento de repente un calor en mi cara y se por su sonrisa que me he puesto colorada. Para ocultar un poco mi vergüenza, agacho la cabeza. Carlos coge mi mano de nuevo y la besa acercándome a él, para acabar dándome un suave abrazo que le correspondo.
Después de eso, seguimos nuestro paseo y aunque él sigue contándome cosas, yo no puedo escucharle, solo puedo mirarle con ojos de deseo. Nunca nadie me ha tratado así ni me ha hecho sentir tan bien. Los únicos hombres en mi vida que me han tratado bien han sido mi padre y mi hermano.


Acaba de salir Carlos de la ducha, presentándose en el saloncito solo con una toalla a la cintura.
-         - Ya puedes darte un baño Paula. –
-       -   Está bien, voy a preparar la bañera. – hoy me apetece relajarme después del paseo con un baño, sumergirme en el agua y dejar la mente en blanco.
-        -  ¿Te ayudo? – Carlos se ha quedado en el umbral de la puerta del baño y sigue sin vestir, solo con la toalla. Me está resultando un tanto difícil no mirarle, tiene un buen cuerpo y al estar solo con la toalla, sé que no lleva nada debajo y eso me está poniendo a cien. No sé si podre relajarme con tal escultura mirándome.
-        -  Puedo sola. Puedes vestirte…si quieres… - me estoy poniendo nerviosa y no sé por qué, si ya nos hemos visto sin ropa.
-       -   Ok Paula. Te espero en la salita para pedir la cena. –
-       -   Espera Carlos…yo…me gustaría…solo si quieres… - no sé por qué me cuesta tanto decir esto. – no quisiera bañarme sola. –
-        -  ¿Me estas pidiendo que me bañe contigo? – se le acaba de iluminar la cara con una sonrisa de oreja a oreja. Asiento porque no me salen las palabras. – Pensé que nunca lo dirías, me acabas de hacer un hombre un poco más feliz. – viene hacia mí y me abraza. Al separarnos deja su frente pegada a la mía. - ¿Estas segura que quieres esto? – asiento de nuevo mordiéndome el labio inferior. Carlos dirige su mirada a mi labio y se lo que va a hacer a continuación. 

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