Capitulo 26:
Me giro al escuchar la
puerta abrirse y entra Carlos junto a un hombre mayor. Los saludo cordialmente
levantándome del sillón donde estaba sentada y ellos me contestan al saludo. El
hombre mayor se sienta en el sillón que preside el escritorio y Carlos se queda
al lado suyo. Supongo que ese hombre será uno de los socios más antiguo de la
empresa y el que tiene más experiencia en todo. El hombre me hace un gesto para
que me siente enfrente de él y lo hago.
- - ¡Buenos días
señorita García! La hemos hecho venir hasta aquí, porque hemos tenido una baja
en este laboratorio y queríamos ofrecerle el puesto a usted. Es un cargo más
alto que el que ahora mismo tiene con más obligaciones y por supuesto una
subida interesante de sueldo. El horario seria el mismo, a excepción de los
viernes, que saldría a las cinco de la tarde en lugar de las tres horas, como está
saliendo hasta ahora. ¿Qué me dice? – me dice el hombre mayor.
- - Pues…se lo agradezco
mucho, pero… ¿Qué cargo sería? –
- - El de encargada de
sección, de la suya más concretamente. – me contesta el hombre.
- - ¿De mi sección? ¿Y
Javier? Pero si él… ¿Qué ha pasado? – hoy no he visto a Javi, pero no creo que
haya dimitido…
- - Señorita García,
que nos dice ¿Acepta el puesto? – apremia el socio.
- - No, gracias, pero
no puedo aceptar ese puesto, no sé lo que ha pasado con Javier, pero sea lo que
sea no quiero su puesto. – le echo una mirada a Carlos que, si las miradas
matasen, él ya estaría criando malvas.
El socio no se ha dado
cuenta pues no hace ningún comentario al respecto. Me levanto de la silla
dispuesta a largarme de allí, pero el socio me dice que yo era la indicada para
ese puesto, por mis trabajos en investigación, que es una pena que no acepte.
Les vuelvo a agradecer que me propongan a mí para ese puesto pero que debería
darle otra oportunidad a Javier, que él era muy bueno en su trabajo y que no
deberían dejar escapar a ese gran chico. Me despido de ellos y ellos de mí y
salgo del despacho para volver a mi puesto de trabajo. Al rato de estar liada
con las muestras de sangre, me suena un mensaje en el móvil. Lo miro por si es
algo importante, pero no, es de “ojitos verdes”, debería cambiar el nombre del
contacto ahora que se quién es, pero me hace gracia seguir viendo ese nombre.
Decido dejar el móvil para mirarlo a la hora de comer, pero me vuelve a pitar
otro mensaje. Lo miro, porque no quiero que siga sonando.
“¡Hola preciosa! ¿Por qué
no has aceptado el puesto? Sería muy bueno para ti, podrías ir subiendo puestos
en la empresa y no sería por mí, seria por tu buen trabajo”.
El segundo mensaje dice:
“Contéstame Paula, por favor. Nos vemos para comer”.
Empiezo a escribir
una contestación, pero la borro, seguro que lo de Javi es cosa suya, como lo
haya despedido se las a ver conmigo, porque eso no es justo, por una estúpida
pelea no merece ser despedido. Eso lo pienso hablar con él.
Sigo trabajando y
le quito el sonido al móvil para que no me moleste. A la hora de comer, como
siempre Lucia viene a mi mesa para que nos vayamos.
En el restaurante,
mientras comemos Lucia y yo, viene Carlos y se sienta con nosotras.
- - Pero… ¡Que haces
aquí! – le susurro a Carlos. – Que se pueden enterar de lo nuestro. –
- - ¿Por qué no me has
contestado a los mensajes? Paula, no me voy a ir hasta que me respondas. Y ¿Por
qué no has aceptado ese puesto? Me da igual si nos ven, antes del trabajo éramos
amigos y vecinos y podemos seguir siéndolos. Y más si no aceptas ese puesto. –
- - ¿De qué puesto
habláis? ¿Qué ha pasado? – nos pregunta Lucia, también susurrando, parece que
estuviéramos conspirando algo.
- - Javi se ha ido,
Lucia, o eso me han dicho y a mí me han ofrecido su puesto. Pero no lo he
aceptado, porque primero me gustaría hablarlo con el señor aquí presente ya que
el sábado tuvieron un pequeño encontronazo. – esto último lo digo con los
dientes apretados. Carlos nota mi tensión y no dice nada.
- - ¿En serio? – dice
Lucia sorprendida. – Eso no me los has contado Paula. ¡Uy uy uy…! Tienes mucho
que contarme, así que empieza a largar por esa boquita. –
- - Pues…el sábado,
cuando te dejé en casa, fui a mi casa a coger unas cosas antes de ir a casa de
Carlos, y al salir de mi casa, en mi puerta estaba Javier. Se me insinuó, como
siempre ha hecho, pero esta vez fue más allá, me acorralo y me beso. Conseguí
apartarlo y aquí el señorito me llamo por teléfono, porque no podía esperar a
que yo llegase. Javier hablo y a Carlos le molesto, o vete tú a saber. El caso
es que vino volando a mi casa, que no sé cuántas multas de tráfico recibirá,
pero llego a mi casa y se lio a puñetazos con Javi. Le dejo la cara destrozada.
–
- - ¿QUEEEEEEE? –
grita Lucia y todos en el restaurante se nos quedan mirando.
- - No grites tanto. Y
eso no es del todo cierto, no le destroce la cara – nos dice Carlos – Solo defendí
lo que quería. Además, no sabe que era yo, así que en ese sentido estoy
tranquilo que no me denunciara.
En ese momento llego Luis
y le volvimos a contar todo lo que había pasado, acabándose así nuestro tiempo
para la comida. Subimos en silencio en el ascensor, con una tensión entre Carlos
y yo que se podía cortar con cuchillo. Lucia y yo nos fuimos a nuestra sección y
sin despedirme de Carlos, él siguió hasta su despacho. Ya hablaríamos más tarde
los dos sin que nos molesten y aclarare lo de Javier.
El resto de la tarde se
me pasa rápido, estoy tan centrada probando los híbridos de células que hemos
creado aquí que no me doy cuenta que Lucia me espera al lado de mi mesa.
- - Vamos Paulita, que
tengo ganas de llegar a mi casa y descansar. Y que te quede claro una cosita,
me debes una conversación, contándome todos los cotilleos con pelos y señales. –
- - Ya voy Luci, y si,
sé que te debo una conversación. Pero tú también tienes que contarme cómo va la
cosa con mi hermano. –
Recogí mis cosas y nos
fuimos. Una vez fuera, Carlos nos esperaba en su coche. El camino hasta dejar a
Lucia fue silencioso, pero el camino hasta la casa de Carlos no cambio mucho. Una
vez dejamos las cosas y me puse cómoda le pregunté.
- - ¿Despediste a
Javier porque va detrás de mí? ¿O por qué? Porque que sepas que no me creo que
él se haya ido por su propio pie. Le encantaba su trabajo, es uno de los
mejores en esto y si tu estúpido orgullo o tus estúpidos celos no han podido
verlo, vas muy mal encaminado para estar conmigo. –
- - Paula…déjame explicarte,
no he tenido otra opción. Tienes razón con lo de los celos, me ciegan, no
soporto ver a ningún tío tocarte, o besarte como lo hizo Javier. Sé que aún no
somos nada serio, pero Paula, entiende que llevas a mi hijo dentro de ti, a
nuestro hijo, tuyo y mío y eso ya nos une en algo. Yo solo quiero que lo hagas
oficial, porque no sé cuánto tiempo más voy a aguantar ocultándolo. Y tu
barriga empieza a notarse, debes decirlo ya en la empresa, no te pasara nada, seguirás
con tu puesto después de la maternidad. –
- - No me has
contestado – le digo más enfadada, al borde de un ataque - ¿despediste tu a
Javier? –
- - Si. – lo dice
soltando un suspiro y bajando la cabeza.
- - Y si tanto lo querías
apartar de mí, ¿Por qué no lo has cambiado de sección? ¿Por qué no le has
ofrecido otro puesto igual? Si tenías opción Carlos, la tenías, pero no has
querido verla. Javier es una persona, con sentimientos como tú y yo, con una
hipoteca que pagar, unos gastos que seguro ni sabes cuales son, no sabes nada
de su vida y antes de buscar una solución favorable para todos, lo despides. Busca
la manera de que Javier recupere su trabajo o uno similar, me da igual si es en
otra empresa, tira de tus contactos y entonces puede que yo acepte ese puesto. –
le digo a lo que Carlos se queda callado. Me doy media vuelta para ir a darme
una ducha. - ¡Ah! Y esta noche duermo en mi habitación, así que, buenas noches
Carlos. –
Subo las escaleras y
entro en mi habitación. Cierro la puerta y me quito la ropa. Estoy tan enfadada
que hoy no me apetece ni ducharme con él. Cuando el agua comienza a caer por mi
cuerpo siento que me relajo. Empiezo a enjabonarme y al llegar a mi vientre,
tardo más de la cuenta en ese sitio masajeándolo. Carlos tiene razón, ya se me
nota la barriga y pronto todos se darán cuenta.
- - ¡Hola mi niño! –
le digo a mi barriguita. – tu papá…va a ser complicado vivir con él. No sé si
me escuchas o no, pero no me hagas caso cuando estoy enfadada, no suelo
estarlo, pero hay cosas que no aguanto como los celos. Y tu padre tiene muchos
y sin controlar. Ains mi pequeño, espero que para cuando estés aquí con
nosotros, todo esto solo sea un detalle del pasado. –
Sigo duchándome, no sé si
los bebes de mi tiempo escuchan ya la voz de la madre, no he leído aun sobre
eso y me hago una nota mental para buscar libros de padres y bebes y empezar a
leer ya. Termino mi ducha, me seco y me pongo un pijama. Bajo las escaleras
camino a la cocina y no veo a Carlos por ningún lado. Busco algo de cena en la
nevera y veo que Ángeles ha hecho tortilla de patatas. Me cojo un trozo y me lo
como tranquilamente en la cocina viendo un poco la tele. Cuando termino,
enjuago el plato y me voy de nuevo a mi habitación. Desde allí mirare por
internet artículos de revistas o información que me sirva para saber cómo irá
avanzando mi embarazo.
Sobre las once de la
noche, ya se me empiezan a cerrar los ojos, no he sabido nada de Carlos desde
la discusión, y no quiero saber nada por ahora así que me acuesto a dormir.
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