Capitulo 23
CARLOS:
Me despierto
sintiendo mucho calor y me doy cuenta que es Paula la que desprende ese calor.
Tiene su brazo rodeándome. No quiero despertarla, así que retiro su brazo
lentamente hasta que consigo salir de la cama.
Ayer me bañe con
ella, a petición suya y fue un momento muy romántico. Me dejo bañarla
suavemente y me entretuve un poco más en su barriga que ya se empieza a notar.
Después no secamos un poco e hicimos el amor en la cama. La trate con mucha más
delicadeza que en nochevieja, sabiendo lo que se ahora. Pedimos que nos
trajeran la cena a la habitación y nos fuimos a descansar. Ella se puso su
pijama y yo los pantalones del mío. En principio yo iba a dormir en el sofá,
pero cuando cogí una manta para llevarme, Paula me dijo que no quería dormir
sola y me quede con ella. Es un gran paso el que ha dado y me gusta por donde
va encaminada nuestra historia.
Me voy a la salita
y pido que nos traigan el desayuno. Las náuseas de Paula han desaparecido y
ahora le entra un hambre voraz, así que pido cosas que le gustan, sobre todo
tostadas con tomate.
Me siento en la
cama para ver a Paula dormir, es la única chica que siempre me ha gustado, con
la que he visto un futuro. Se ve tan tranquila y relajada, me encantan sus ojos
rasgados, sus labios, aunque finos, pero dan ganas de besarlos una y otra vez…
Se estremece un
poco y me acerco para retirarle el pelo que le cae por la cara, aprovechando
para acariciarle el rostro, rozarle con mi dedo el labio que ayer tanto se mordía…
- - ¡AUCH! Me has
mordido Paula. – digo apartando el dedo de su boca. La muy sinvergüenza me ha
mordido el dedo.
- -Ha sido solo un
simple mordisquito, es que me estabas haciendo cosquillas… - se excusa riéndose
y así no puedo enfadarme, porque me encanta su risa.
- -¡Buenos días
princesa! Espero que hayas dormido bien y estés descansada para nuestra
excursión de hoy. Pero primero vamos a desayunar, que estarán a punto de
traernos el desayuno. – antes lo digo, antes suena la puerta advirtiendo que es
el servicio de habitaciones trayendo lo que había pedido.
- -¡Mmmm! Que buena
pinta tiene todo, y que hambre me está entrando. – Paula se estira y con ese
movimiento se le levanta la camiseta lo suficiente para que se le vea la
tripilla. Se da cuenta de que la estoy mirando. - ¿Te gustan las vistas? –
- - ¿Qué si me gustan?
No, no me gustan, me encantan. Ya se te va notando la barriguita y eso me
gusta. ¿Qué día era la ecografía? –
- - Este jueves, por
la tarde. Le avisare mañana a Javi que el jueves salgo antes para ir al médico,
aunque aún no le diré nada del embarazo, hasta después de la eco. No me gusta
ser el centro del cotilleo. –
Desayunamos
tranquilamente y nos ponemos algo de ropa cómoda y abrigada, fuera hace algo de
frio y además hay nubes en el cielo. No tienen pinta de dar lluvia, pero
tampoco dejan pasar el sol.
A pesar que toda
esta semana estamos yendo juntos al laboratorio Paula, Lucia y yo, las dejo en
la puerta antes de aparcar, para que entren ellas sin mí, y nadie sepa nuestro
secretillo. Creo que el único que lo ha visto ha sido el de seguridad, pero
parece un hombre honrado y conoce a Paula desde que entro a trabajar, seguro
que no dice nada.
Antes de salir, le
digo a Paula que espere un momento, mientras entro en el restaurante. Quiero
pedirles un favor, porque quiero seguir conquistando a Paula. Ella asiente y la
veo irse directa al fuego. Me apunto una nota mental, poner una chimenea en
casa para ella.
Les pido a las
cocineras si me pueden preparar unos sándwiches, darme unos refrescos y algunas
cosillas de aperitivo que se puedan llevar. También les pido si tienen una
cesta para llevarlo todo y una manta que pueda usar para el campo. Quiero
llevarla de picnic, sentarnos en medio del campo a respirar aire limpio, quiero
que le guste este sitio, porque tengo en mente comprarme una casita aquí en el
pueblo, para venir los fines de semana a desconectar. Las cocineras son tan
amables que me lo preparan todo en un momento. Salgo del restaurante con la
cesta y Paula me mira con cara de interrogación.
- -¿Todo eso que es?
¿Vamos a comer en el campo? – pregunta Paula. Y a pesar de su cara de sorpresa,
tiene un brillo de emoción en los ojos.
- -Si Paula, esto es
para hacer un picnic en el campo, espero que no nos llueva. Hoy quiero que
estemos relajados y disfrutemos de la naturaleza. –
Nos montamos en el
coche y conduje hasta una explanada donde había un pequeño mirador. Desde allí
se podía ver todo el valle y abajo el pueblo donde nos hospedábamos. A la
derecha de donde estábamos había una pequeña caseta, supongo que en temporada
alta les contaran a los turistas las historias del pueblo y las normas de uso
de la zona de picnic. A nuestra izquierda empieza la zona de picnic, un sitio
con césped, algún que otro árbol centenario y mesas de madera con bancos como
merendero.
Nosotros
comenzaremos en el césped, debajo de algún arbolito, aunque si Paula no está cómoda,
nos sentaremos en el merendero. Le cojo de la mano y camino con ella hasta una
zona apartada, por si viene más gente, no nos moleste.
- -Que sitio más
bonito Carlos, me está gustando mucho esta escapada. Al decirme nos vamos al
campo, creí que te referías a irnos a una zona desértica, a dormir en tienda de
campaña, que no me disgustaría en otras condiciones, pero no en estos momentos.
Nunca pensé que vendríamos a un lugar así. –
- -Me alegra que te
guste Paula. Mis padres solían traernos aquí a mi hermana y a mí el año que no
tenían vacaciones y siempre nos gustó el pueblo.
Regresamos a
tiempo para que nadie vea mis marcas. Cuando estoy en la ducha siento una mano
acariciándome la espalda y otra mano acariciando mi abdomen y por la suavidad sé
que es Paula. Al sentir su contacto, las manchas duelen menos.
Me giro para
besarla y agradecerle el gesto que ha tenido de ducharse conmigo. La abrazo y
ella empieza a darme besos por el cuello y la dejo hacer, me gusta que tome la
iniciativa. Sube hasta mi barbilla y llega hasta mi boca invadiéndola con su
lengua. Todo esto me excita muchísimo y enseguida se me nota ahí abajo. Ella
también lo nota porque empieza a acariciarme el pene muy suave. Mis manos
vuelan por su cuerpo recorriendo cada rincón, examinando cada detalle. Nos
separamos un poco, porque el chorro del agua nos cae directamente en la cara.
Corto el agua y Paula se acerca de nuevo a mí, haciendo desaparecer esos
centímetros que nos separaban y me deja pequeños besos por el pecho,
deteniéndose más de la cuenta con los pezones que se me quedan duros y muy
sensibles.
No puedo más con
la excitación que tengo y agarro a Paula del culo, levantándola para que me
rodee la cintura con sus piernas. La pego a la pared y siento como se estremece
al notar el frio de los azulejos. La sujeto con una mano y con la otra guio a
mi pene para introducirlo en su vagina. Voy dando embestidas suaves, agarrando
a Paula por el culo. Cada vez la noto más apretada y con la excitación que
tengo no creo que pueda aguantar mucho más, así que subo el ritmo de las
embestidas hasta que noto temblar a Paula llegando al clímax y de una última
acometida llego yo también al orgasmo.
Nos quedamos un
momento así abrazados, disfrutando del contacto el uno del otro.
Salgo de Paula y
la dejo con suavidad en el suelo de la ducha. Terminamos de ducharnos, nos
vestimos, recogemos nuestras cosas y volvemos a Madrid. En la recepción, me
tapo lo suficiente para que no se me vean las manchas.
Ya en mi casa,
dejo la bolsa de Paula en su habitación. Cenamos juntos algo ligero y nos vamos
a dormir.
- -¡Buenas noches
Paula! – me acerco a ella y le dejo un dulce beso en los labios. – Que descanses princesa. –
- -¡Buenas noches
Carlos! Descansa tú también. – me dice,
y se dirige a su habitación. Pensé que después de este fin de semana se vendría
a mi habitación, pero no quiero presionarla.
Me pongo unos pantalones
de pijama y me meto en la cama, verificando que el despertador esta puesto y en
hora.
Al rato de cerrar los
ojos, siento algo moverse a mi lado.
- -Carlos – susurra Paula
a mi lado. - ¿Estas dormido? –
- -No del todo. ¿Pasa
algo? – me incorporo de un salto - ¿Estas bien? –
- -No pasa nada,
estoy bien. Solo…no podía dormir… ¿puedo dormir contigo? –
- -¡¡Uff!! Menos mal,
que susto me has dado Paula. Claro, por supuesto que puedes dormir conmigo. Ven,
túmbate aquí. –
Se tumba con cuidado y yo
la agarro para pegarla a mí. Le doy un suave beso en los labios.
- -Descansa princesa.
–
PAULA:
Escucho un “piiii piiii
piiii” y noto una fuente de calor a mi lado. Me muevo con cuidado para poder
apagar el dichoso despertador.
- -¡Buenos días preciosa!
–
- -¡Buenos días! Vaya
pitido tiene ese despertador, prefiero el mío que suena una dulce cancioncilla.
–
-
¿Has dormido bien
Paula? –
- -Si, gracias. Voy a
vestirme y arreglarme. – le digo y le doy un beso en los labios. Cada vez me
gusta más tener a alguien a quien besar todos los días.
Una vez en el
laboratorio, Javier me llama para ir a su despacho.
- -Paula, te he
llamado porque me han dicho que van a traernos unas muestras de sangre que
debemos analizar con rigurosa minuciosidad. Me han pedido que seas tú quien lo
haga. Además, deberás probar las células sintetizadas que estáis creando aquí,
no sé qué esperan conseguir mis superiores, pero es lo que me han pedido. Confío
en ti Paula. –
- -Gracias Javi. No te
preocupes, hare todo lo que me has dicho. –
- -Una cosita más
Paula…este sábado… ¿tienes algún plan? Me gustaría invitarte a comer, si
quieres, claro… -
- -Pues…no creo que
pueda, yo te aviso ¿de acuerdo Javi? Pero no te hagas muchas ilusiones.
A los 20 minutos de
decirme Javier eso, me traen las muestras de sangre y creo saber de quién son,
pero me lo guardo para mí. Pongo una de las tablas en el microscopio y miro por
el visor. Algunas células son diferentes y se aprecia perfectamente que no son ninguna
anomalía congénita, ni de ninguna enfermedad grave. Supongo que esas células son
las causantes de las manchas. Voy anotando todo en el ordenador y algunos
apuntes los escribo en una libreta que tengo, para luego comentarlo con Carlos.
Seguro que él tiene más información sobre esto.
Lucia se acerca a mi mesa
y me dice que ya es la hora de comer, estaba tan entretenida con mi tarea que
se me ha pasado el tiempo volando.
La tarde pasa igual de rápido,
solo me entero porque me llega un mensaje al móvil.
“Hola preciosa, ya es la hora de irnos. ¿Te apetece
pizza para cenar hoy? Podemos pedirla donde quieras. Te espero en el
aparcamiento.”
Mi sonrisa se hace
notable en mi cara, no sé si me ha leído el pensamiento, pero ha acertado de
lleno, me apetecía pizza para esta noche y se lo iba a decir después.
- -¿Mensaje de
alguien importante? – me dice Javi sorprendiéndome.
- -Eh…si, es de
alguien importante. Un amigo me invita a cenar esta noche. Es…un amigo especial…por
eso te dije antes que no te hicieras ilusiones…estoy…medio saliendo con alguien,
aun no somos nada serio. - me sorprendo yo misma pensando en Carlos como mi
novio, pero si las cosas siguen así, seguramente lleguemos a eso.
- -Ah…está bien Paula…que
disfrutes. –
No me gustaría haber
tenido que ver la cara de decepción de Javier, pero necesitaba saber que no
estoy libre y necesito que se olvide de mí.
En casa de Carlos, a la
hora de su “sufrimiento”, volví a meterme en la ducha con él, me dijo ayer que
eso le calmaba bastante el dolor, así que, si con solo mi presencia le hago
bien, estupendo. Después de la ducha, pedimos la pizza y mientras la traen
preparamos una peli.
La semana pasa rápido,
entretenida con la tarea que me han encomendado. Le comenté a Carlos sobre el
trabajo que tenía que hacer y me dijo que sí eran suyas esas muestras, que había
sido él, junto con el medico quienes me habían recomendado para esa tarea, por
ser yo la única en el laboratorio que sabe de su enfermedad.
El jueves llega
muy rápido y casi sin darme cuenta, las náuseas han desaparecido y cada día se
me nota más la barriga, incluso la ropa empieza a no abrocharme. He quedado con
Carlos en el aparcamiento a la hora de comer, me han dejado salir antes por la
cita médica que tengo. No tenemos que ir al médico hasta las cuatro de la
tarde, así que decidimos que nos vamos a comer a algún restaurante cerca de la clínica.
Aún no he decidido si hacerme o no las pruebas que me dijo el médico, no solo
es un análisis más exhaustivo, también tendría que coger muestras del líquido amniótico
(del cual haría la prueba de síndrome de Down, aprovechando) y hacerle un
pequeño pinchazo al feto o al cordón para coger una muestra de sangre de ahí. Esas
dos pruebas son un tanto delicadas, la primera porque tendría que estar dos días
de reposo absoluto sin moverme y la segunda porque podría producirse una rotura
en el cordón y desangrarse el feto y, por consiguiente, yo sufriría un derrame
interno. Es una decisión difícil y Carlos dice que me apoya elija lo que elija.
Estamos en la clínica,
en la sala de espera, que está toda inmaculada y con olor a desinfectante, a
pesar que tienen un botecito de ambientador olor a colonia. Los sillones son
muy cómodos y eso se agradece, en la seguridad social, las sillas que hay son
de hierro e incomodas. Las paredes blancas con algunos cuadros de pinturas y
los diplomas de varios especialistas.
- -Señorita García. –
me llama la enfermera y Carlos y yo nos levantamos. – Pasen por aquí, por
favor. El doctor Fernández les está esperando. –
Seguimos a la enfermera
por un pasillo hasta la quinta puerta.
- -¡Buenas tardes
Carlos! – le da la mano cordialmente. - ¡Buenas tardes Paula! – me ofrece a mí también
la mano y se la estrecho. – Por favor, sentaros, primero vamos a ver cómo va
todo. –
Nos sentamos y nos
pregunta que tal nos va. Carlos, a pesar que conoce al médico mucho más que yo,
me deja hablar a mí.
- -Pues nos va bien. Me
he medio mudado a casa de Carlos. No quiero estar sola cuando esto avance,
puede que necesite ayuda. –
- -Eso está muy bien
Paula. Y ahora vamos a lo serio. ¿Tienes pensado hacerte las pruebas? Ya te expliqué
los peligros que eso conlleva, pero también podemos saber si tiene el mismo ADN
que Carlos, y así poder ponerte algún tratamiento. –
- -Pues no estoy aun
segura de hacérmelas doctor Fernández, no me gustan los peligros que implican…
No, no voy a hacerme las pruebas, esperare a que nazca el bebé para hacerle la analítica
a él, sin ningún peligro de sufrir hemorragia ninguno de los dos. –
El doctor nos dice que no
hay problema y nos hace pasar a otra sala contigua que está prácticamente a
oscuras.
- -Levántate un poco
la camiseta y baja un poco los pantalones Paula y túmbate en esa camilla. Vamos
a ver a ese pequeñín. Con un poco de suerte hasta se deja ver y podemos saber
su sexo. – hago lo que me pide mientras él toca unos botones en una maquina
grande con una pantalla. – El papá se puede sentar en esa banqueta, y en
aquella pantalla que está enfrente vuestra podréis ver todo el proceso de la ecografía.
–
- -Después nos dará algún
recordatorio ¿no? Una foto o algo así… - Carlos parece estar muy emocionado con
todo esto, yo en cambio estoy nerviosa.
- -Sí, claro, por
supuesto. Os daré un par de recuerdos de la ecografía, y un Cd con la grabación
de la ecografía en 4D que os voy a hacer. –
Me hecha un gel frio por
el abdomen y pone una maquinita. Empieza a moverla hasta que se detiene y por
la pantalla aparecen dos líneas una roja y otra azul. Mario, el médico, nos
dice que vamos a escuchar el latido del bebé. El latido se escucha muy rápido y
nos dice que es normal, que tiene buen latido. Nos muestra la cabeza, el
cuerpecito, las piernas, los brazos…las medidas que coge dice que son normales,
acordes a las semanas. Sigue moviendo el aparato hasta detenerse de nuevo.
- -Chicos, este bebé
nos deja verle claramente y es…
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