Capitulo 8 (parte 1)
No sé quién podrá ser, no espero a nadie a
esta hora y como sea algún vendedor va a retrasarme y no me gusta llegar tarde
a ningún sitio.
Por favor y que no sea la vecina, que ésta
se pone a contarme todo lo que le ha pasado en la semana y se me va la mañana.
Al abrir la puerta me llevo la grata
sorpresa de que ni es un vendedor ni mi vecina. Carlos esta frente a mi vestido
con unos vaqueros que le quedan fenomenal, una camiseta blanca con algún dibujo
tipo “grafiti” y una chaqueta de sport que le queda como un guante, y me sonríe
con esa sonrisa que solía tener de niño y que me dedicaba solo a mi…
A mí se me debe de haber quedado cara de
tonta y con la boca abierta, porque Carlos se acerca y me la cierra con un
dedo.
-
¿Puedo pasar? O… ¿estas lista ya? – al hablarme
Carlos, consigo volver a la realidad.
-
No, si, pasa, pasa un momento. – le digo –
cojo la chaqueta y nos vamos. – me hago a un lado para dejarle pasar. - ¿Qué haces
aquí? –
Carlos se queda mirándolo todo sin perder detalle. Me giro
al perchero pero mi chaqueta no está, así que la busco desesperadamente por
todos lados, poniéndome cada vez más nerviosa al no encontrarla.
-
Que casa más bonita, ¿es tuya? ¿o estas en
alquiler? – me dice Carlos.
-
Es…un poco complicado, una especie de las
dos. – le contesto. - ¿Dónde diablos he dejado la chaqueta? – digo ya
exasperada.
-
¿Es esa que llevas colgada del bolso? –
Miro en dirección a donde me señala Carlos y tiene razón,
me la colgué del bolso antes de abrir la puerta. Le digo que sí y me la pongo,
no sin antes golpearme mentalmente por ser tan burra.
Salimos de mi casa y me sorprendo al ver el cochazo de
Carlos, un BMW, a mi parecer muy lujoso.
-
¿Cómo es eso que es una especie de las
dos? La casa digo, explícamelo, porque o es tuya o estas en alquiler pero las
dos… - me pregunta Carlos rompiendo el silencio y poniendo marcha al centro. Al
final se ha salido con la suya de llevarme él.
-
Al final no me has hecho caso y has venido
a por mí. Te dije que yo iba en mi coche. – intento cambiar de tema, la verdad,
no me gusta hablar de las cosas de mi padre y no me gusta por donde iba
encaminada la conversación. – Habíamos quedado en Sol ¿no? –
-
No lo sé Paula, no me acuerdo si quedamos
en algún sitio exacto, pero me apetecía venir a recogerte como un buen
caballero hace. – Carlos tiene algo de razón, al final yo dije lo de Sol, pero
no concretamos nada. – y ahora me dirás que estamos en tiempos de igualdades y
que una chica puede ir sola a cualquier parte, pero los caballeros nunca pasan
de moda y a mí me educaron como tal. – me mira de reojo para ver mi reacción,
la cual no es ninguna porque solo me encojo de hombros. – Entonces… ¿la casa es
tuya o no? –
Mi evasiva no ha servido de nada, no sé por qué se ha
empeñado en saber si es mía.
-
¿Dónde me vas a llevar? – le digo intentando
desviar el tema de nuevo – y, por cierto ¿Cómo sabias donde vivo? – al momento
de hacer la pregunta me viene la respuesta a la cabeza - ¡Ah! Vale, por los
datos que hay en la empresa. Y hablando de ella ¿Cómo llegaste a ser el dueño? –
a ver si cambiando de tema radical consigo algo.
Veo como Carlos se lo piensa un poco antes de
responderme.
-
La herede de mis padres, ellos la
compraron cuando estaba a punto de bancarrota y levantaron la empresa de nuevo.
–
-
Vaya…lo siento, no sabía lo de tus padres.
– creo que acabo de meter la pata, a veces es mejor que me quede calladita.
-
No pasa nada Paula, fue hace ya unos años
en un accidente de avión. Ese que salió en las noticias que iba desde Barcelona
hacia Alemania y se estrelló el avión en las montañas. –
-
Vaya…tuvo que ser muy duro para vosotros
¿y tu hermana que tal esta? ¿vive aquí en Madrid? –
-
No, tras la muerte de mis padres, no
aguanto vivir en la misma casa y se fue a Londres a estudiar y trabajar. Está en
un estudio de diseño de moda. – pobrecita, la verdad es que la entiendo un
poco, por eso me vine a Madrid. – Aquí es, ya hemos llegado al restaurante.
Miro por la ventanilla y solo veo una puerta de
cochera comunitaria.
-
¿El restaurante esta en un sótano? –
-
Ja ja ja, no Paula, este es el
aparcamiento privado del restaurante, cuando reservas, te dan un código para
que puedas entrar y dejar el coche aquí. – creo que esto es mucho lujo para mí,
nunca me he podido permitir algo así y hoy Carlos hará que me gaste el dinero
de mis vacaciones.
Llegamos a la puerta del restaurante, después
de subir diez pisos en ascensor (menos mal) y como ya suponía, esto es muy
lujoso.
Carlos le dice su nombre al “metre” y éste nos guía hacia un
reservado al fondo del local, al lado de los ventanales.
-
No te preocupes por la cuenta, que por
esta vez pago yo, que para eso he elegido el sitio. – parece que me ha leído el
pensamiento. – Y tranquila por la ropa, vas muy guapa para la ocasión. –
Otra vez me ha leído el pensamiento o se ha fijado en
que me yo miraba mi vestido y me tapaba un poco con la chaqueta. Eso no me
tranquilizaba mucho, pero por lo menos pude disfrutar un poco más de las
vistas. No me había fijado bien que eran ventanales que llegaban casi al suelo
y se podía ver toda la calle Serrano. Había mucha gente por la calle, supongo
que adelantando las compras de navidad. Y ya estaban las luces puestas para ser
encendidas por la noche, lo escaparates adornados con arbolitos de navidad,
espumillones, nieve artificial en los cristales, etc.
Me encanta la navidad, ese ambiente festivo, ese
cariño y amor que aflora de la gente, aunque solo sea en estas fechas.
Espero que Carlos no vuelva a sacar el tema de mi
casa, no me gusta que sepan todo lo que paso con mi padre. Esa casa por una
parte es mía, porque me la dejo mi padre de herencia al morir hace unos años,
pero también tenía muchas deudas y claro, quería quitarme la casa. El notario y
abogado que nos leyó el testamento nos dio la solución, nos hacían una especie
de contrato a cinco años a mi hermano y a mí a modo de alquiler de vivienda y a
cambio nos podíamos quedar con nuestras respectivas casas mi hermano y yo. Así que,
es mía, pero el banco al que debía dinero mi padre me la puede quitar si dejo
de pagar la deuda. Menos mal que es poca cantidad, al ser entre mi hermano y
yo.
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